miércoles, 19 de diciembre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (VI)


  Se llama rosa de los vientos o rosa náutica al círculo dividido en cierto número de ángulos o partes iguales por radios denominados rumbos o vientos. Es el círculo representativo del horizonte y se emplea en las agujas y cartas náuticas; también se llama, aunque poco corrientemente, rosa de la aguja y rosa de los rumbos.
A un observador situado en la mar o en el alto de una atalaya en tierra, dominando el horizonte cuyo centro ocupa, no le hace falta forzar mucho la imaginación para comprender claramente por qué ha recibido el nombre de rosa de los vientos la figura donde gráficamente se representan la distintas direcciones que, partiendo de él, continúan en prolongación indefinida. Para este mismo observador no podía buscarse referencia más real que la que de el viento que le azota, haciéndole percibir sensiblemente sus efectos; así, según proceda del norte, sur, este u oeste, recibirá una impresión de frío, calor, humedad, sequía... Tales impresiones le quedarán profundamente grabadas , luego, aunque el aire permanezca en reposo; si quiere una ruta, camino o dirección , de un modo inconsciente lo relacionará con igual trayectoria del viento. Algo semejante a esto hubo de ocurrirle al hombre, cuando la circunferencia representativa del horizonte no se dividía como ahora en grados, encontrando dentro de la naturaleza la solución al problema después resuelto por la técnica matemática.



Los antiguos conocieron la rosa de los vientos, mucho antes de que apareciese en los portulanos medievales y en la cartulina que se unió a la aguja magnética. Según las regiones, fue diversamente representada, diferenciándose unas de otras en el número de vientos o rumbos, en las denominaciones empleadas para distinguirlos y en su expresión gráfica. Fueron los griegos los que comenzaron usando la rosa de 12 vientos de Timosteno (siglo III), y entre los latinos se conoció primero la de igual número de rumbos descrita por Vitrubio (siglo I?), en su obra De architectura, compuesta de 10 libros donde también trata de cronometría; otra rosa latina es la de Suetonio (69-141), y más tarde divulgóse la de 24 rumbos, gracias a las Etimologías de san Isidoro de Sevilla (560-636), hasta el siglo XI, en que fue de uso general por el Mediterráneo la italiana de 16 vientos, producto de la escuela de Amalfi, introduciéndola Raimundo Lulio entren los navegantes levantinos. En la centuria siguiente, se aumentó al doble el número de vientos, y así con 32 debía quedar definitivamente hasta nuestros días, en que continúa amparada por la tradición. En los barcos de vela, donde no es posible mantener la proa “al grado”, sigue conservándose la tradicional costumbre de dividir la rosa en puntos cardinales, cuadrantales o laterales, octantales o colaterales, cuartas y fracciones de cuartas. El cuarteo de la rosa, cuartear la rosa, es enunciar los distintos rumbos y su equivalencia en grados. Dos ejemplos: Norte cuarta al nordeste (11º,3´) es el primer rumbo y viento del primer cuadrante, intermedio entre el norte y el nornordeste. En el Mediterráneo también se dice tramontana cuarta a griego. Y norte cuarta al noroeste (348º, 8´) es el primer rumbo y viento del cuarto cuadrante, intermedio entre el norte y el nornoroeste. En el Mediterráneo también se dice tramontana cuarta a maestral. ¿No es preciosa toda esta terminología? ¿Preciosa? Yo diría que hermosa, bella, linda, bonita, atractiva, encantadora, primorosa, exquisita, delicada, sugestiva... Y como estamos en estas fechas: ¡Feliz Navidad! ¡Felices Pascuas a todos! Gente de mar y de tierra adentro...

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (V)


El velamen es el conjunto total de velas de un buque, el parcial que se halla envergado y el que se lleva mareado. Al que va mareado o dispuesto para ello se llama vela en sentido colectivo o usando el singular por el plural, y figuradamente trapo y paño. Envergar, largar, orear, recoger, aferrar el velamen, son verbos que vamos a comentar en esta entrega. Vamos a empezar por el último. Aferrar es agarrar, asir, sujetar fuertemente. Es, en maniobras, recoger una vela a su verga, botavara o percha correspondiente, por medio de tomadores, a fin de que no coja viento. También se aplica a la bandera, toldo, empavesada (banda de paño azul o rojo con listas blancas con que se adornan las bordas y cofas de los barcos en días solemnes) u otra tela que se pliega o enrolla. En otro contexto aferrar es coger algo con un bichero o gancho. O agarrar el ancla en el fondo.
Hay una frase marinera, aferrar a la española, que es sujetar al calcés del palo la parte de una vela de gavia que queda colgando por el centro luego de haberla aferrado en ambos brazos de la verga. Aferrar a la holandesa es recoger en el centro de la verga la porción de vela que había de quedar colgando; con ésta se hace un cono bien apretado, afirmándolo con cabos o fajas. Aferrar con camiseta es hacer un rollo con la parte de la vela que al aferrar a la española se amarra al calcés con vueltas de cabo y cubrirla luego con la camiseta. Aferrar un puerto es entrar en él. Aferrar una isla es llegar a un puerto o fondeadero de la misma. Estas dos últimas frases son antiguas. ¡Aferra! ¡Aferra aparejo! ¡Aferra empavesados! ¡Aferra juanetes y sobres! ¡Aferra toldos! ¡Aferra coys! Aferrar el ancla, el aparejo, el velamen, las velas cuadras, las velas de cuchillo, el velacho, los toldos, etc, etc, etc...


Envergar, en maniobras, es unir y sujetar la relinga del grátil o caída de una vela a su respectiva verga, nervio, esnón, palo o botavara por medio de envergues ligadas, garruchos o culebras. Envergar alas, envergar el aparejo, envergar el velamen; envergar la cangreja, las gavias, las mayores; envergar los foques, los juanetes, los sobres; envergar las rastreras, las velas de estayes. ¡Enverga aparejo! ¡Enverga todo aparejo! ¡Enverga y aferra!
Largar es aflojar, soltar poco a poco, aunque más corrientemente se entiende por soltar todo o de una vez; desplegar, soltar algo, como la bandera o una vela. En este sentido también se dice descargar, cuando la vela que se larga está solamente cargada, no aferrada. Largar es, también, desatracar un bote u otra embarcación menor de un muelle o de otro buque. Y desprenderse, desclavarse o desencajarse alguna pieza de la embarcación, bien sea por varada, abordaje u otro accidente, como largar la zapata, el timón, una tabla, etc. Refiriéndose al trabajo del ancla en el fondo, es desprenderse de él. Y orear, el verbo más breve en contenido, es dar en una cosa el viento fresco o dar en una cosa el aire, secándola o quitándole algún olor. Orear camas: en los buques de guerra, colgar al aire libre de un cable o cabo la ropa de cama de los marineros con el fin de que se ventile; se acostumbra, o acostumbraba, a hacer cada viernes.

martes, 11 de diciembre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (IV)


Viento en popa y mar bonanza navegaba Sancho Panza...
Ebrio de salitre, embriagado de nitrato de potasio, impregnado de adarce, costra salina que las aguas del mar forman en los objetos que mojan, continuamos rememorando tiempos pasados. Se llaman vientos locales aquellos que obedecen a perturbaciones particulares de una región, siendo, la mayor parte de las veces, debidos al paso de ciclones o anticiclones móviles. Viento maestral es el que sopla entre poniente y tramontana. Manejable es el que, a pesar de ser duro, permite ejecutar cualquier maniobra. Viento marero es el que sopla de la parte del mar. Muy duro es el de fuerza 9 en la escala esa más de una vez citada. Viento oscuro es el que viene acompañado de cerrazón y obliga a aferrar parte del aparejo. Viento particular es el que sopla en algunos mares donde no es frecuente, ni su dirección constante. Vientos periódicos son los que soplan un determinado intervalo de tiempo en una dirección y luego en la dirección contraria. Son vientos de este tipo: los monzones, el terral y virazón, etc. Viento racheado es el que sopla intermitentemente, de un forma no continua. El rastrero es el viento bajo. Viento redondo es el que va rolando y sopla sucesivamente de todas las direcciones de la rosa. El traidor es el racheado. Vientos alisios son los regulares pertenecientes al régimen del frente polar.




Frases marineras: Abrir el viento. Como verbo activo, orzar cuando se va en popa cerrado, arribar cuando se navega de bolina, hasta tener el viento a un largo. Como verbo neutro, significa girar el viento desde las direcciones correspondientes a popa cerrado o de bolina, hasta ser largo en uno y otro caso. También se dice que el viento abre cuando en una virada por avante pasa, por efecto del movimiento giratorio del buque, desde la posición de fil de roda a la banda que va a ser nuevo barlovento. Acercarse al viento es orzar. A buen viento, a viento o con viento lleno: arribar, y también navegar con viento favorable o con todas las velas llenas, así como se expresa lo opuesto al decir contra viento. ¡Al viento, al viento! Voz de mando al timonel para que orce. A la voluntad, a merced de los vientos: dícese del buque arrollado por la fuerza del viento. Afirmar, afianzar, asegurar, fijar el viento. Afirmarse el viento: dícese del viento que después de haber estado soplando de varias direcciones queda fijo en una de ellas. Aguantarse con el viento: mantenerse orzado y sin perder notablemente barlovento, aguantando más o menos vela, según las circunstancias, pero siempre en cantidad superior a la que en las mismas se lleva de ordinario. Alargarse el viento: viento que va haciéndose cada vez más largo, es decir, que va rolando hacia la popa. Buscar el viento: orzar. Se usa ya como advertencia al timonel y no se descuide y orce a no desperdiciar, o refiriéndose al buque mismo, equivaliendo en este caso a ceñir mucho, partir al puño, pegarse al viento. También se dice ir a la mar a buscar el viento en el sentido recto de salir de puerto o separarse de la costa para encontrar viento más fresco.
Caer el viento es disminuir su intensidad o fuerza. Cargar el viento es cuando el viento arrecia; cerrar el viento es orzar para disminuir el ángulo del buque con el viento; equivale a cerrar el rumbo. Cerrarse con el viento en n sentido es orzar sin desperdiciar nada, y en otro es tener el buque la propiedad de ceñirse mucho. Cerrarse el viento es girar éste desde el ángulo en que se llama largo de más de doce o catorce cuartas, hasta que su dirección coincide con el de la quilla, en el sentido de popa a proa.
Todo ello arrostrando –afrontando, desafiando, encarando- todos los obstáculos y dificultades opuestas a un propósito. O sea, luchado a brazo partido contra los elementos...

miércoles, 21 de noviembre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (III)


Quien siembra vientos recoge tempestades...
Viento de juanetes es el que permite llevar dado todo el aparejo. Viento del revés es el que accidentalmente hace fachear a un buque. Por cierto, creo que sería necesario aclarar un poco ese verbo intransitivo de la primera conjugación. Fachear es ponerse y estar en facha. Es decir: en un buque de cruz, lo primero que debe hacerse para ponerlo en facha es cargar las mayores, a no ser en un caso urgente, ya que dada su mucha superficie, dificultarían la maniobra. Si la fuerza del viento puede rendir un mastelerillo (palo que va sobre los masteleros), también se cargarán las velas altas. La maniobra de fachear puede hacerse con distintos aparejos, siendo los más corrientes, el de proa o velacho, el mayor o de gavia y los tres aparejos. Con cualquiera de ellos, la maniobra es saltar las escotas de los foques, bracear las vergas del palo o palos con que se fachea de forma que sus penoles (los extremos de las vergas) queden un tanto más a popa que en cruz, y meter el timón de orza. Aún me podría extender algo más en esta cuestión, pero casi será mejor dejarlo así...


Viento del sol es el que aparece con la salida del sol, aumenta su fuerza durante el día y calma o cae completamente a la puesta del sol. Viento de medio costado es el de través. Viento de proa el que sopla en sentido contrario al rumbo que lleva el buque. Viento de sobrejuanetes es el de fuerza inferior a la del bonancible, que permite llevar dado todo el aparejo. Viento de tantas millas es el que hace andar al buque tantas millas `por hora o nudos. Viento de tantos rizos se dice de los vientos frescos que obligan a tomar tantos rizos a las gavias. Viento de todas las velas es el viento de juanetes. Viento de través es viento a la cuadra. Viento de travesía el que sopla en dirección perpendicular a la costa. Viento diurno son los vientos flojos que soplan de tierra al mar y viceversa , cuando la situación general es de calma. Se conocen por el nombre de brisa nocturna, de tierra o terral, y brisa diurna, del mar o virazón. Los primeros soplan durante la noche y los segundos durante el día.
Vientos constantes o regulares. Se llaman así a los alisios del régimen del frente polar.
Vientos descendentes son los vientos locales secos y calientes que remontan un zona montañosa y aparecen en la vertiente opuesta, después de haber producido lluvias. Viento duro es el de fuerza 8 en la escala Beaufort. Viento cascarrón es el que obliga a tomar tres rizos a las gavias. Viento en popa es aquel cuya dirección coincide con la popa del buque, es decir, que sopla hacia el mismo punto a donde se dirige el buque. Viento entero, se dice de los vientos que soplan en la dirección de alguno de los ocho rumbos principales de la rosa. Viento escaso es el que por venir muy cerrado no permite arrumbar directamente a un punto dado, sino que obliga a dar continuas bordadas. Viento etesio, son, en general, los vientos periódicos que cambian en una determinada época del año. Viento favorable son los que permiten , por soplar muy abiertos, hacer rumbo directo a punto de recalada. Viento flojo es el de fuerza 3 en la escala Beaufort; flojito es el de fuerza 2 de dicha escala. Viento forzado es el que por su intensidad hace peligrosa la navegación y obliga buscar abrigo y tomar fondeadero o puerto. Viento frescachón es el de fuerza 7 de la famosa escala; fresco es el de fuerza 6 de la escala de sir Francis; fresquito es el de fuerza 5. Viento fuerte es el frescachón. Viento galeno el viento blando. Viento igual el que sopla con intensidad y dirección constantes. Y el viento liviano es el bajo que no levanta mar en proporción a su fuerza.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (II)


Aviso a navegantes: El búho de Minerva –la Atenea griega, la diosa de la inteligencia y del ingenio- siempre vuela al atardecer. Sí. El búho, ave rapaz, la más grande de las estrígidas europeas, que tiene vuelo silencioso y habita en lugares inaccesibles, siempre sobrevuela al anochecer. Cuando el crepúsculo vespertino nos anuncia la oscurecida, es cuando el noctívago señor de los ojos grandes sale de copas hasta altas horas de la madrugada... (El búho de Minerva, por si alguien desconoce la metáfora, es la inspiración, la iluminación).



Abundando en el asunto o materia de los vientos quiero decir que viento abierto es aquel cuya dirección forma un ángulo mayor de seis cuartas con la proa del buque. Viento a la cuadra es el que sopla por el través, formando un ángulo de 90º con la proa. Viento a la estrella es el viento del norte. Viento altano es el viento diurno que alternativamente sopla del mar hacia tierra y viceversa. Viento alto es el que, por encima de una cierta altitud, sopla con fuerza y dirección distintas a las del viento en la superficie del mar. Los vientos de altura son los vientos reinantes en las capas altas de la atmósfera. Viento a un largo es el que sopla del través hacia popa. Viento bajo es el que sopla sobre la superficie del mar, con distintas características del que existe a partir de una cierta altura. El viento blando es el bonancible que es el viento suave o moderado, fuerza 4, en la escala Beaufort, que permite llevar dado todo el aparejo. En tierra levanta el polvo y los papeles y mueve las ramas pequeñas de los árboles. Su velocidad es de 5,3 a 7,4 metros por segundo. Viento calmoso es el viento muy suave, no continuo y de dirección variable (ventolina). Viento cardinal es el que sopla de alguno de los cuatro puntos cardinales. Viento cascarón es el que obliga a tomar rizos a las gavias. Viento claro es el que, sin producir cerrazón ni chubascos, obliga a aferrar las velas altas. Viento corto es el que sopla de una dirección muy próxima a la proa. También se dice del viento flojo o brisa muy débil que sopla persistentemente. El viento de bolina es aquel cuya dirección es muy próxima a la proa y obliga a un buque de vela a ir ciñendo todo lo que pueda. Y el viento de bordada es el que permite dar una bordada larga para ganar barlovento o avanzar ventajosamente en el sentido de la derrota que sigue el buque. Aún hay más, bastantes más, pero lo dejo para otro día. ¿Conozco o no conozco vientos? Conozco yo más vientos que el propio Eolo, el hijo de Hipotes que, según la Odisea, habita en una isla flotante y tiene encerrados en un odre a los vientos para que no se desencadenen...

martes, 30 de octubre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS


 El escritor y filósofo español don Miguel de Unamuno dijo una vez, allá por 1931, que su vida era “humilde, rutinaria, pacífica”. Si la existencia del bilbotarra era así, como él aseguraba -no tengo por qué dudar de la palabra de don Miguel- yo podría decir que se parecía a la mía como una gota de agua a otra gota de agua. ¡Qué casualidad! (Ya estoy oyendo las diatribas, las críticas y las sátiras. Me llamarán pretencioso, engreído y petulante; quizás también ostentoso y aparatoso). Claro que yo nunca escribí “Del sentimiento trágico de la vida” ni “La agonía del cristianismo”; ni “La tía Tula” ni “San Manuel Bueno, mártir.” Sí tenía, yo, cierta vocación literaria pero Minerva nunca escuchó mis ruegos... ¡Qué le vamos a hacer! Ya que con el cálamo no tenía futuro me refugié en la náutica. Soy, como Rafael Alberti, un marinero en tierra: “¡Oh, mi voz condecorada / con la insignia marinera: / en el corazón un ancla / y sobre el ancla una estrella / y sobre la estrella el viento / y sobre el viento la vela!”
La vela... El mar... la mar... Más vale palmo de vela que remo de galera. Refrán con que se da a entender la gran ventaja que lleva la vela en los esfuerzos que ejerce impelida del viento, aun sobre los mayores que puedan hacer todos los remos juntos. En mis numerosas singladuras como grumete imaginario, ficticio, quimérico, fui aprendiendo a distinguir las distintas velas de una fragata que es –quizás- el velero más emblemático. Los foques: petifoque, foque. fofoque y contrafoque que van sobre el bauprés –palo grueso que sale de la proa en mayor o menor ángulo respecto al horizonte- y las velas del trinquete, mayor y mesana. En el palo de proa, el trinquete, si empezamos por lo más alto, van el sobrejuanete, el juanete alto, el juanete bajo, el velacho alto, el velacho bajo y la trinquete. En el palo del medio, el mayor, están también el sobrejuanete, el juanete alto y el juanete bajo; pero a partir de aquí ya no aparecen los velachos sino la gavia alta, la gavia baja y la mayor. En el palo de popa, no puede ser otro que el mesana, van el sobreperico, el perico alto, el perico bajo, la mesana alta, la mesana baja y la mesana. Y la cangreja, que es la vela trapezoidal con el grátil firme al cangrejo de popa o pico, la caída de proa en el esnón o palo y el pujamen en la botavara. Por si alguien se pregunta qué es la botavara quiero decir que es la percha redonda o de sección rectangular, asegurada por un extremo al palo respectivo y paralela al pujamen de la vela cangreja, o Marconi, que sirve para cazar ésta. “Del barco que yo tuviera, / serías la costurera. / Las jarcias, de seda fina; / de fina holanda, la vela. / ¿Y el hilo, marinerito? / Un cabello de tus trenzas”. /
Leo lo escrito hasta aquí y quedo moderadamente satisfecho. Hay bastante fraseología marina y sigo con mis cuadernos de bitácora. ¿Alguien no sabe qué es la bitácora? Pues se lo digo yo: La bitácora es el armario o caja de madera o latón, generalmente de forma cilíndrica o prismática, fija a cubierta y en la que va montada la aguja náutica mediante suspensión cardán, a fin de mantenerla horizontal durante los balances y cabezadas del buque. En su interior y al exterior se colocan imanes y masas de hierro dulce para compensar los desvíos de la aguja. Y el cuaderno de bitácora es el libro en el que se anotan los rumbos y velocidad del buque, régimen de máquina o aparejo largo en los de vela, estado del tiempo, situaciones por estima y observaciones astronómicas, así como cuantos acaecimientos de importancia ocurran en la navegación. Su nombre se debe a la antigua costumbre de guardarlo en el interior de la bitácora. Está claro ¿no?
Ya hemos hablado algo de las velas; ahora podríamos empezar a hablar de los vientos. ¿Qué os parece si comenzamos por el llamado “Régimen General de Vientos en las costas de la Península Ibérica”? Pues, venga: avante.



En verano, los NE que soplan en el Cantábrico y canal de la Mancha se convierten en una corriente del N que, bordeando la costa de Portugal, bajan hasta el saco de Cádiz, en donde se convierten en ponientes; mientras los N y NE de la cuenca occidental del Mediterráneo recalan sobre el estrecho de Gibraltar convertidos en levantes. En invierno sucede un caso análogo con los vientos del S al W dominantes del Atlántico y los del S al E del Mediterráneo. En el estrecho de Gibraltar, por lo tanto, los vientos casi permanentes son levantes y ponientes los primeros durante los meses de marzo, julio, agosto, septiembre y diciembre, y los segundos durante el resto del año. En la costa del norte predominan, en invierno, fuertes temporales del SW y NW. En la costa noroeste, desde octubre a febrero, dominan los vientos del SW y NW, que levantan mucha mar; mientras desde el mes de mayo a septiembre, que es la estación buena de los nortes, los vientos oscilan del NNW al NNE; siendo muy raros los del SW, que vienen acompañados de neblinas, que desaparecen al rolar al NW y N. Durante el verano, en los días muy calurosos, son frecuentes los contrastes entre los del SE y del SW. En la costa occidental de la Península predominan, durante los dos tercios del año, los vientos del N, oscilando entre el NE y NW, y durante los meses de noviembre a marzo, los del tercer cuadrante. En la costa de Argelia son temibles los del SW sucios, que rolan hacia el W para fijarse en el NNW, y los del NW, cuando retroceden al N. De diciembre a enero son frecuentes los del N y raros los del S, que en julio-agosto y junio-septiembre se van al SSE y SW como derivados del simún. En el golfo de Valencia son frecuentes los del NE al SE y del NW al SW, que en la relación de 75 a 35 soplan desde mayo hasta septiembre. Los del N duran poco, pues se tiran en seguida al NE, y los del S apenas se conocen, pues pasan al SW y después al NW. En la costa catalana los vientos del tercer cuadrante, entre ellos los virazones, que se inclinan del SE al SW. El levante sopla unos 95 días al año, y el poniente unos 72. Cuando hay temporales fuertes en el saco de Cádiz aparecen los del SW. En el golfo de León los vientos son variables y casi siempre duros. En invierno dominan los del NW, que llegan a soplar hasta dos meses seguidos. En verano dominan los del E y SE con frecuentes virazones hacia la costa. En las islas Baleares dominan los vientos de primer cuadrante, principalmente los del N y NE, y durante los meses de mayo a agosto los del ENE y ESE.
Para saber –y experimentar- todo lo que acabo de contar ¡cuántos periplos y viajes!, ¡cuántos recorridos y trayectos! ¡Cuántas tormentas, tempestades, borrascas y procelas!

viernes, 8 de junio de 2012

SIEMPRE CELTA


Mi mujer me viene llamando de todo, desde hace tiempo. Que si soy un vago, un holgazán, un perezoso, un remolón, un remiso, un haragán, un indolente, un zángano, un vainazas... De todo, ya digo. Y cuando se pone a decir sinónimos no hay quien la pare. Que si no pongo nada nuevo, desde hace tiempo, en Cartas desde mi piorno, que si patatín, que si patatán... Pero el otro día, el domingo 3 de Junio, el Celta, el Celtiña para todos los celtistas, ascendió, por fin, a la Primera División del fútbol español. Después de cinco temporadas en 2ª. (Fue el primer equipo gallego que ascendió a Primera. Lo hizo en la temporada 1935-36, pero no pudo hacer efectivo el ascenso hasta diciembre de 1939, a consecuencia del parón obligado en las competiciones por efecto de la guerra civil). La Primera es, diría yo, el hábitat natural del equipo de la Cruz de Santiago. La División de Honor. El no va más. Porque, el Celta, ha participado en 46 temporadas en la máxima categoría del fútbol y está, esto lo dice la clasificación histórica, en el G-12. Es decir entre los doce clubes que más temporadas han jugado en la máxima categoría del fútbol hispano. Chapó. Chapeau. Y eso, el ascenso, que hace el número 11 en sus 89 años de existencia, me ha producido una gran alegría y una gran satisfacción. Y una gran euforia, claro. Pues bien. Ese domingo, el 3 de Junio, allá me fui a Balaidos, con mi cohorte o guardia pretoriana, mis hijos, Moncho, Andrés y Miguel, cargados de banderines, bufandas, gorras...







 Y al final del partido, conseguido el ascenso, bailamos y cantamos en las gradas. Como no podía ser de otra manera. El himno: ¡Hala Celta! a demostrar, por tu historia y tradición, que tu lema es noble juego, valentía y corazón. Cuando juegas con tesón, vibra toda la afición. ¡Hala Celta! gritamos. ¡Hala Celta, campeón! Y la Rianxeira, que viene siendo el himno oficioso del Club, el Miudiño, miudiño, el Es de Primera, el Celta es de Primera... Esta última con música de Guantanamera que se adaptaba estupendamente a la letra. “Yo soy un hombre sincero,/ de donde crece la palma/ y antes de morirme quiero/ echar mis versos del alma./ Mi verso es de un verde claro/y de un carmín encendido:/ Mi verso es un ciervo herido/ que busca en el monte amparo./ Guantanamera,/ guajira guantanamera,/ Guantanamera,/ guajira guantanamera...” Ya digo: Es de Primera, el Celta es de Primera, es de Primera, el Celta es de Primera. Con música de Guantanamera, no se olvide, que se adapta perfectamente a la letra.
Después de este esfuerzo mental transitorio solo me queda por decir: ¡Hala Celta! ¡Siempre! (A ver si la mujer, la parienta, queda contenta... y me lo agradece. A ver).



martes, 24 de enero de 2012

CARTA AL DIRECTOR 19/01/2012 LA VOZ DE GALICIA


Sr. Director:

El domingo 8 de enero Manuel Campo Vidal, en su Crónica política, citaba al abate Dinouart: “El primer grado de la sabiduría es el silencio. El segundo, hablar poco y moderar el discurso”. Joseph Antoine Toussaint Dinouart, abate del siglo XVIII, nos aconseja, en “El arte de callar”, sobre los pasos a dar para poder escribir y comunicar, digamos, correctamente; nos plantea las leyes o normas sobre lo que se debe escribir y lo que no se debe escribir, de lo que se debe escribir y de lo que es mejor callarse, del momento de hablar y del momento de permanecer en silencio. Tres siglos después, creo, su actualidad sigue vigente. Vamos, que son unas recomendaciones nada desdeñables. Para mí, claro. Y por eso se las recuerdo a todos los que escriben en esta página. Sin segundas ¿eh? Las reglas, resumidas casi telegráficamente, son las siguientes: No escribir si mejor es callarse. Escribir tiene su momento igual que el silencio. El silencio siempre precede al escrito y es el instante de la reflexión. No se puede escribir sin antes estar en silencio. Es igual de malo escribir cuando mejor es callarse que estar en silencio en el momento en que mejor era hablar. Es menos arriesgado callarse que escribir. Escribir es entregarse a los demás, dejar de pertenecerse a sí mismo, desnudar los sentimientos y las intenciones. Antes de expresar algo importante, es mejor estar en silencio dos veces, la de la prudencia y la de la reflexión. Un secreto deja de serlo cuando se escribe. Si se quiere guardar un secreto, lo mejor es callarse. Sobre lo que se ignora, mejor es callarse. El silencio convierte momentáneamente en sensato al necio y capaz al ignorante, pero el silencio prudente y comedido convierte en sabio al que escribe. Más vale escribir poco que abrumar a los demás por una pasión desenfrenada de escribir en demasía. Desconfiar de lo escrito por uno mismo, contemplarse como el lector posible que nos va a condenar.

Yo, particularmente, procuraré seguir los consejos de clérigo francés. Me gustan. Me agradan. ¿Y a vosotros?