miércoles, 13 de marzo de 2013

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XV)

Catorce versos dicen que es soneto; burla burlando van los catorce delante, porque este es el XV. La niña bonita.
Babor es la banda o costado izquierdo del buque, mirando de popa a proa. Según Auguste Jal, arqueólogo naval e historiador francés, la palabra babor se introdujo en el mediodía de Europa en tiempos de las correrías vikingas (siglo VIII). Esta voz puede verse ya en Pantagruel y, lo que es más importante, en una ley noruega de 1274 aparece escrita bakbord. Tradicionalmente el protocolo naval manda que por babor embarquen las personas de menos distinción, reservándose la escala de estribor como escala de honor. Son frases marineras: A babor indica acción, dirección, colocación y situación de algo hacia dicha banda o costado; ¡babor! orden al timonel para que meta la pala del timón a esa banda; a babor la caña era, antes, la voz para que el timonel metiese la caña a babor, y, por tanto, la pala del timón a estribor, pero siendo hoy corriente gobernar con rueda, se conserva solo por tradición , significando el giro de la rueda, de la pala y del buque a babor; ¡a babor todo! es la orden de cerrar completamente el timón a la banda señalada; de babor a estribor expresa la situación perpendicular a la quilla o eslora del buque y es equivalente a de lado a lado, o de banda a banda.



Barlovento es la parte de donde viene el viento respecto a un punto determinado.
Si por este punto se considera una línea horizontal y perpendicular a la dirección del viento,  el semicírculo de horizonte que mira a ella es el de barlovento, y el opuesto, el de sotavento. Refiriéndose a un buque, costado y banda de barlovento es aquella encarada al viento; de sotavento, es la otra o banda contraria al lugar de donde sopla el viento. A veces, o en sitios de vientos constantes, barlovento se expresa por la voz altura. Si se trata de corrientes, barlovento es cualquiera de los puntos situados a la parte de donde proceden aquéllas. Tener un mismo barlovento es estar con uno o varios buques en una misma línea normal a la dirección del viento. Tener o traer el barlovento es estar o navegar un buque por el semicírculo de barlovento con respecto a otro que lo observa o compara. Remontar y remontarse a barlovento es barloventear. Y barloventear es avanzar en contra de la dirección del viento. También gozar un buque de la cualidad de efectuarlo fácilmente, avanteando en menos ángulo que otro y con menor abatimiento de modo que le aventaje en ganar barlovento. E igualmente navegar de bolina dando sucesivas bordadas para ir a un punto en la misma dirección de donde viene el viento; regatear o disputar el barlovento es maniobrar dos buques en competencia con el fin de situarse uno a barlovento  del otro. Ganar, coger y tomar barlovento es barloventear en su primera acepción; lo contrario es perder barlovento. Ganar, coger y tomar el barlovento es alcanzar el semicírculo de este nombre un buque, respecto a otro con el cual compite; lo contrario es perder el barlovento. Mantener o conservar el barlovento es seguir en este semicírculo en relación con otro buque que trata de ganarlo. Y mantenerse o conservarse el barlovento es lo propio con referencia a un punto determinado y a pesar e las dificultades que a ello puedan poner el viento, la marea y otros elementos. Salir a barlovento es ganar distancia en contra de la dirección del viento, ya por las cualidades bolineras de buque o por la acción de corrientes que le favorezcan; sacar barlovento a otro buque es hacer más camino que él en contra de la dirección del viento; sacar a barlovento se dice del aparejo o vela que por sus características o situación contribuyen a que el buque gane distancia en contra de la dirección del viento. Partir a barlovento es comenzar el buque su movimiento de orzada, y, asimismo, tener la cualidad de partir de orza o al puño; meter todo a barlovento es cerrar el timón contra el costado de barlovento; prevenir a barlovento los errores de la estima es suponer la situación del buque por estima mas próxima a un peligro o lugar desventajoso para la navegación con el fin de conservar siempre una mayor libertad de maniobra; embarcar barlovento, en sentido figurado, es precaverse de contrariedades que podrían surgir de maniobras o rumbos posteriores, navegando hacia lugares en donde el viento y las corrientes otorguen más facilidades en dichos rumbos y maniobras. También se dice de quien se previene frente a cualquier contingencia. Llevar  barlovento en la bodega, en sentido figurado, se refiere a que en los buques de propulsión mecánica no es preciso tener en cuenta el viento para hacer un determinado viaje; ponerse a barlovento es, también en sentido figurado, precaverse para no sufrir una contrariedad.   
Bueno, por hoy ya está bien; tengo que ponerme a ahorrar para comprar un nuevo ordenador que, a ser posible, sea un ordenador nuevo, porque esta antigualla o reliquia me está dando la tabarra y acabando con la poca paciencia que Dios me dio... 

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XIV)


Las entregas, los fascículos que vengo escribiendo o redactando, poniendo negro sobre blanco, como ahora se dicepara disgusto o desagrado de don Fernando- es una especie de monólogo, un recitado hecho por una sola persona, como si pensase en voz alta, o de soliloquio que es la acción de hablar una persona sin dirigirse a otra concreta. También se podría decir que es una clase de dialogismo que es, como todos sabéis, esa figura retórica que consiste en hablar como dirigiéndose a sí mismo, o escapismo que es la tendencia a evadirse de una realidad desagradable, bastante vomitiva y emética, como la actual. Podréis observar que trato de evitar las palabras malsonantes y malolientes con eufemismos y atenuaciones o lítotes. (Por cierto, según mi profesor o maestro particular –al que acudo desde hace poco tiempo- el verbo heder –del latín foetere- se conjuga como defender; los dos son irregulares. También me dijo que el sitio donde hay olor malo y penetrante se llama hedentina; algo ya he aprendido).
Quiero advertir, avisar o prevenir a los lectores –en el supuesto de que haya alguno- de que en estas peñoladas o plumadas vean una metáfora continuada, una alegoría, en que unas palabras toman un sentido recto y otras un sentido figurado. El mérito, la importancia, el interés, es saber cuáles son unas y cuáles son las otras. Si alguna cualidad o atributo tuviera o tuviese yo –cosa que dudo, por eso uso el  modo subjuntivo- sería la sinceridad –ab imo pectore- y la naturalidad. Por eso reconozco mis carencias; soy persona de pocos alcances. Los que no hemos recibido la ciencia infusa, como otros, sino más bien la difusa, tenemos que recurrir a algún amigo para que nos aleccione e instruya un poco. Un buen pedagogo que nos reduzca nuestra ignorancia e insipiencia. (El punto de partida del saber es la propia ignorancia). Una de las primeras lecciones que me dio mi amigo fue que nunca confunda las palabras, el sentido prístino de los términos; por ejemplo, catacresis con catequesis. La primera, la catacresis, según me ha explicado, es un tropo, una metáfora, que consiste en usar una palabra con sentido traslaticio, figurado, para designar una cosa que carece de nombre especial; la segunda, la catequesis, es la acción y efecto de instruir en cosas pertenecientes a la religión. Si él lo dice, será verdad, digo yo... Yo solo soy un alumno, un educando, al que le queda mucho, pero mucho, muchísimo, por aprender; él es el profesor. ¡Gracias, amigo! Tus esfuerzos por desasnarme, por quitarme el pelo de la dehesa, son impagables, inapreciables e  inestimables.
Pero, bueno, dejémonos de lucubraciones o elucubraciones, y no perdamos la perspectiva de la vida  del marino  -en cada puerto un amor- que es más romántica, sentimental, idealista y soñadora, -¡ooolé!-,  y vamos, como había prometido, con los hermanos García, García de Nodal, los Nodales, marinos y navegantes españoles, nacidos en Galicia, más concretamente, en Pontevedra. El mayor, Gonzalo, nació en la capital de las Rías Baixas circa (hacia, alrededor de) 1569. Con su hermano Bartolomé, empezó como aventurero en la armada de Alonso de Bazán, en 1590. Según nota que sigue a la relación de servicios de los hermanos Nodal: “Los navíos que ayudaron a rendir, quemar y echar al fondo, desde 1591 hasta 1614, suben al número de 76, pero de éstos, 12 fueron especialmente apresados por Gonzalo, que dice se halló en todas las ocasiones, que refiere el capitán Bartolomé de Nodal, su hermano, en su relación, desde 1590, y antes algunos días”. Sobresale entre los hechos realizados por Gonzalo, el que en cierta ocasión al amanecer rodeado de una armada inglesa, frente a Galicia, fingió pertenecer a ella; se rezagó hasta quedar a barlovento del enemigo y abordó y rindió a la vista de la armada a uno de los barcos ingleses que había ido de noche a reconocer el cabo Prioriño y el castillo de Hércules. No permitiéndole el viento entrar en La Coruña, pasó con su presa por dentro de la isla Sisarga y desde allí mandó a El Ferrol a los prisioneros.



En la expedición efectuada por los hermanos Nodal, a reconocer el estrecho de Magallanes y el de San Vicente (Le Maire) “Gonzalo hizo por su mano la planta y descripción del descubrimiento en pintura”. No obstante ser Gonzalo más viejo que Bartolomé, e ir juntos siempre los nombres de los dos hermanos, este último era el jefe de la expedición. Cuando fondearon cerca del cabo San Vicente al regreso de Magallanes, desembarcó Gonzalo junto con el cosmógrafo de la expedición Diego Ramírez de Arellano y se dirigieron a Lisboa a dar cuenta al rey, a la sazón en dicha capital, mientras Bartolomé llevaba los barcos a Sanlúcar de Barrameda.
Desde 1619 navegaron separadamente los hermanos Nodales, como también se les llamaba. El 30.8.1622, año éste en que pereció Bartolomé; se dio a Gonzalo una real instrucción para realizar un viaje a Chile con dos navíos y un patache, llevando un socorro de 300 infantes. Se prevenía en otra instrucción al virrey del Perú que Gonzalo había de regresar con uno de los navíos por el estrecho de San Vicente (el de Le Maire), para traer relación exacta de su existencia. Para este viaje no salió hasta el 13 de octubre con tres navíos, 133 hombres de mar y 400 infantes.
Mi vida entonces, cual guerrera nave / que el puerto deja por la vez primera, / y al soplo de los céfiros suave / orgullosa desplega su bandera, / y al mar dejando que sus pies alabe / su triunfo en roncos cantos, va, velera, / una ola tras otra, bramadora, / hollando y diviendo vencedora.