miércoles, 17 de abril de 2013

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XVIII)

Navigare necesse, vivere non necesse, locución latina que significa es preciso navegar, pero vivir no es preciso, y con la que, según Plutarco, respondió Pompeyo, el fundador de Pamplona, a los marineros que querían disuadirle de que se hiciese a la mar, durante una tempestad, cuando tenía que llevar trigo a Italia. La frase fue utilizada como divisa por la Hansa teutónica, aquellos mercaderes de la Germania occidental que, durante los siglos XII y XIII, fundaron, más allá del Elba, nuevas ciudades a orillas del Báltico gozando del monopolio comercial. Pues, eso: como es preciso navegar, naveguemos...
Navegación es la acción de navegar. O el viaje que se hace con la nave y el tiempo que dura. Navegación astronómica es la que se efectúa, generalmente, fuera de la vista de la costa y determinando la situación por observaciones de los astros. También se llama navegación de altura y, antiguamente, de golfo. Navegación de cazaescota es la de corta duración; navegación costera es la que se hace a la vista de tierra, determinando la situación del buque por marcaciones o enfilaciones de puntos notables. La navegación de estima o estimada es la que se efectúa teniendo en cuenta los rumbos y distancias navegadas por el buque. Navegación prohibida era el período de tiempo durante el invierno en que se prohibía, antiguamente, la navegación. Según Vegecio, escritor latino, los barcos no podían salir a viaje desde el día tercero de los idus de noviembre hasta el sexto de los idus de marzo, o sea, del 16 de noviembre al 21 de marzo. Las Partidas de Alfonso el Sabio también prescribían: “E el tiempo que ao (sic) es para esto, es desde el unceno día del mes de noviembre, fasta diez andados de marzo.” Todavía en el siglo XVI, no se permitían en Venecia, durante el pleno invierno, los viaje de vuelta de Alejandría y otros puertos de levante. Navegación propia es la denominación que se daba a la de altura, y también se decía navegación impropia a la costera o de cabotaje, costanera o práctica.    
Sobre el origen de la navegación se han formulado diversas hipótesis, casi todas ellas razonables. Según unos pudo ser la contemplación de algún animal encima de un madero a la deriva por un río. También dentro de esta teoría cabe la posibilidad de una caída al agua o una riada que hiciese de los presuntos ahogados unos navegantes forzosos sobre un tronco salvador, explotando posteriormente en su beneficio esta circunstancia aparentemente adversa. Otros autores mantienen la teoría de que la navegación surgió por un proceso mental que llevó al hombre a inflar un pellejo o ahuecar un tronco, unido esto a una necesidad imperiosa de salvar un obstáculo líquido que se interponía en el natural desenvolvimiento del clan o tribu. Un tercer grupo sitúa el origen en las costas, basándose en la necesidad de un mayor contacto con el elemento líquido y en la cultura superior de los pueblos que viven a orillas del mar. En realidad es imposible sentar una conclusión definitiva, ya que es evidente que el origen de la navegación no fue uno, sino múltiples, y que en cada lugar predominaron en su aparición los factores característicos de la zona, clima, cultura, etc., sin olvidar los casuales.