sábado, 21 de diciembre de 2013

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XXXIX)

Velas y vientos… Velas y vergas… Velas y jarcias… Velas y obenques… Hoy vamos a hablar algo de los obenques. Obenque es cada uno de los cabos gruesos de cáñamo o alambre con que se sujeta un palo macho o mastelero desde la cabeza a la cubierta, mesa de guarnición o cofa correspondiente, por una y otra banda. Actualmente los obenques son siempre de cables de acero, a no ser que se trate de un bote, donde algunas veces se emplean de cáñamo o cabo sintético. Pueden ser dobles o sencillos y toman la denominación del palo respectivo: obenques mayores, de trinquete, de mesana, etc. El obenque aturbantado es el que se ligaba al cuello del palo después de encapillarlo y antes de tesarlo, como era costumbre con los proeles de las jarcias mayores al objeto de facilitar el braceo de las vergas. Obenque volante es el que sujeta con un aparejo en vez de vigota o tensor. Son frases marineras: Abozar los obenques, o sea, sujetarlos a la borda con bozas cuando se teme desarbolar a fin de poder picarlos fácilmente si llega el caso y que entonces el palo se desatraque pronto del costado, sin que así pueda llegar a producir averías graves en el casco. La obencadura es pues el conjunto de obenques de todos los palos y el de cada uno de ellos en particular. En este último caso, y refiriéndose a la de una banda, también se dice tabla de jarcia.
Templar la obencadura, en general, es dar igual grado de tensión a dos o más cables, cabos o betas de aparejos que trabajan, pero en rigor debe entenderse que los cabos han de ser de igual mena y aun de la misma longitud, para que la operación sea exacta, porque de lo contrario es imposible acertar con el grado de tensión necesario para que trabajen a un tiempo. De ahí la razón de que ya en las antiguas ordenanzas se tachara de inútil  la maniobra de dar un calabrote en ayuda de un cable.
En acepción común se dice templar el aparejo por proporcionar la vela según el objetivo propuesto o en general para que el buque gobierne bien y no se halle expuesto a zozobrar. Culebrear o aculebrear los obenques: Culebra es el cabo largo y delgado empleado en aferrar cualquier vela sobre un palo, verga o entena, por medio de vueltas en espiral; es  equivalente al denominado tomador de culebra, aunque éste es más corto y sirve para dar trincas de trecho en trecho. Al mismo tiempo es el cabo largo usado en envergar una cangreja al palo o esnón con vueltas espirales a través de los ollaos de la vela y en torno al palo. En ciertos aparejos de yates va culebreado el pujamen de la trinqueta, mayor o mesana, a la botavara respectiva y de un modo igual al citado antes. Culebra es, también, el pedazo largo de vaivén o rebenque que se pasa y afirma serpenteando entre dos cabos por si falta uno de éstos, que queda colgando. Se acostumbraba a dar a los obenques, brandales o estayes, cuando era de temer su rotura. Y, finalmente, culebra es el cabo de mena adecuada, tendido a lo largo del costado, para que se agarren a él los proeles de los botes y demás gente embarcada en ellos, cuando se atracan al buque.
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Ahora, de jubilado, me gusta estar sedente y silente. Es decir, sentado y silencioso. Especulando, conjeturando y divagando. Sentado y silencioso pero, a ser posible, en un amplio y cómodo sillón frailero, como diría Azorín. Y, cuando estoy sedente y silente,  barrunto cuán agradables deben ser los coloquios al fuego de la chimenea en las noches de invierno. Tres o cuatro interlocutores, creo,  es el número ideal para un platicar  ameno, agradable y ático. Tres o cuatro interlocutores que sepan hablar y que sepan escuchar, claro. Y que la Oratoria, la Dialéctica y la Retórica dialoguen. Esa es la condición sine qua non. Una condición, para mí, absolutamente necesaria. 
Aunque yo tengo vocación de cartujo -me seduce la Orden benedictina fundada por San Bruno en el siglo XI-  no le hago ascos a una buena conversación. ¡Pero son tan escasas las ocasiones! Tienen que estar en conjunción varios planetas y eso sucede cada muchos lustros. ¡Qué le vamos a hacer! No niego que me atrae el silencio y la soledad. ¿Sabéis por qué? Porque solo en soledad se siente la sed de verdad. Antes prefiero ser dueño de mis silencios que no serlo de mis palabras. Palabra y piedra suelta, ya se sabe, no tienen vuelta.  Entre el Cosmos y el Caos prefiero el conjunto de todas las cosas creadas; la totalidad del universo como conjunto ordenado. Entre la verdad y la mentira prefiero, hoy va de preferencias o predilecciones,  la verdad.  La mentira es trilingüe –milicia contra la malicia-  la verdad es muda. “¿Tu verdad?  No, la Verdad. La tuya, guárdatela”, escribió  Antonio Machado. Mi barca, aviso a navegantes, siempre ha surcado los procelosos mares de la vida sin velas de mentiras ni remos de lisonjas. ¡Cuántos escollos! ¡Cuántos arrecifes! ¡Cuántos farallones!  Los mitológicos de Escila y Caribdis y otros muchos más. “¡Pobre barquilla mía / entre peñascos rota / sin velas desvelada / y entre las olas sola!”                        
Hay, dicen,  tres cultivos eternos: la inteligencia, la sensibilidad y la conciencia. Hay tres cultivos imperecederos  pero pocos cultivadores. La mies es mucha pero los obreros son pocos. Y así nos va a los humanos.  Mal, claro. Rematadamente mal.
Pese a todo, la Esperanza es lo último que se pierde. 

                              ¡Feliz Navidad a todos! ¡Feliz Navidad!



VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XXXVIII)

Velas … y vergas. La verga es la percha en condiciones de girar alrededor de su centro y por la cara de proa del palo o mastelero correspondiente, la cual sirve para fijar o envergar en ella una vela. Las vergas reciben el nombre del palo o mastelero en que van, o de la vela misma si es volante o de quita y pon, excepto la de mesana  que cuando únicamente sirve para cazar la de sobremesana, se llama gata o seca; algunos acostumbran a llamar verga de tope a la de sobremesana. Así, los nombres de las vergas del palo trinquete (de abajo para arriba, y el mismo orden se sigue en los demás palos), son de trinquete, de velacho bajo, de velacho alto, de juanete de proa y de sobrejuanete de proa. Las del palo mayor, son mayor, de gavia baja, de gavia alta, de juanete mayor y de sobrejuanete mayor. Y las del mesana: seca (si lleva envergada vela, mesana), sobremesana, perico y sobreperico. Cuando los juanetes son dobles, se diferencian como las gavias con los nombres de alto y bajo, y antepuesta la denominación correspondiente, según el palo de que se trate. La parte central de la verga, ochavada, se llama cruz; la porción circular tercio, y el extremo, penol.
Verga de abanico es la percha que cruza diagonalmente una vela de abanico para mantenerla desplegada; es la misma que en esta clase de aparejo se denomina botavara. Verga de ala es aquélla en la que se sujeta el grátil de un ala, total o parcialmente; verga de cebadera es la que atravesada en el bauprés y por debajo del tamborete, servía para largar la cebadera. Verga de sobrecebadera es otra semejante a la anterior y que se empleaba en largar la vela de este nombre. Vergas mayores: en buques de tres palos, la mayor, el trinquete y la seca, y en los de dos, las dos primeras. Las de gavia son las que están cruzadas inmediatamente por encima de las mayores, y que en los buques de tres palos son la de gavia, velacho y sobremesana, y en los de dos, las dos primeras. Vergas de los masteleros de juanete son las que van en esta parte de los palos.
Frases marineras: Vestir las vergas es guarnirles los cabos y aparejos para su sujeción y orientación, así como para el envergado de la vela correspondiente. Izar las vergas es subirlas hasta el punto en que deban estar para largar las velas. Cruzar las vergas es ponerlas en la posición denominada cruz. Embicar las vergas es ponerlas formando un ángulo con la horizontal que pasa por su cruz, arriando de un amantillo y cobrando del opuesto; en puerto, se hace en señal de luto. Amantillar las vergas es cobrar de uno u otro amantillo lo que sea preciso para dejarlas horizontales. Bracear las vergas es halar de las brazas de una u otra banda para hacer girar las vergas horizontalmente hasta situarlas en el plano o dirección que convenga, según el ángulo que hayan de formar con el viento. Pueden bracearse a ceñir; en cruz; por redondo o a dos puños; en contra, por delante o en facha; en viento y a la cuadra. Arranchar las vergas es bracearlas a ceñir mucho. Perfilar las vergas es bracearlas al filo del viento. Abozar las vergas es sujetarlas con bozas. Despenolar las vergas es partirlas por las cercanías del penol, ya sea por descuido, mala maniobra u otra causa. Arriar las vergas es bajarlas a cubierta u otro punto del palo, distinto de aquel en que suelen ir cuando se llevan las velas largas.
Bracear es halar de las brazas por cualquiera de las dos bandas con el fin de que las vergas giren horizontalmente hasta apuntar en la dirección deseada. O medir con las brazas. Otras frases marineras: Bracear a ceñir es halar de las brazas de sotavento cuanto permitan las jarcias de los palos para orientar las vergas a la posición de bolina. Bracear a la cuadra es mover horizontalmente las vergas para navegar con el viento de través o a la cuadra. Bracear en contra, por delante o en facha es halar de las brazas de todo el aparejo o de una parte del mismo hasta que las velas reciban el viento por su cara de proa. Bracear en cruz, por redondo, o a dos puños es cobrar de las brazas de barlovento hasta tener las vergas perpendiculares a la línea de la quilla. Bracear en viento es halar de las brazas de sotavento de una vela en facha o al filo del viento, con el propósito de que reciba éste por su cara de popa. Bracear en caja es arrancar, en su primera acepción. También se  bracean y meten todavía más en cajas las vergas cuando se está en puerto con los masteleros calados.

Halar es tirar de un cabo o de otro objeto cualquiera. Sus frases marineras son: ¡Hala avante! ¡Hala todo! Voces que da el patrón de una embarcación para que los remeros boguen todos a una y así la impulsen avante. ¡Hala babor, cía estribor! Orden de bogar a los remeros de una banda y de ciar a los de la otra para que la embarcación vire. ¡Hala bolinas! Orden de tirar de los cabos de este nombre. ¡Hala duro! Orden a los remeros para que boguen con fuerza. ¡Hala estribor, cía babor! Al revés de ¡Hala babor, cía estribor! ¡Hala remolque de babor! ¡Hala remolque de estribor! Órdenes de tirar o cobrar del remolque indicado. Halar a besar es halar hasta juntar los dos motones o cuadernales de un aparejo. Halar a entrepadas es halar a estrechones o tirones. Halar a la leva es halar seguido. Halar a una embarcación es ponerla en movimiento mediante un cabo halado desde el punto hacia donde se la dirige. Halar avante. Halar bolina es halar el cabo de este nombre para llevar la relinga de barlovento de una vela hacia proa cuando se ciñe. Halar de los remos. Halar el alma es suspirar, desfallecer. Halar la cangreja a barlovento. Halar por largo. Halar por los remos es hacer fuerza al bogar. Halar remolques. Halar y cazar era, antiguamente, lo mismo que halar, aunque propiamente el cazar es de las escotas.