martes, 9 de abril de 2013

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XVII)

Hoy vamos a hablar de la conquista de la isla Tercera. Esta victoriosa empresa, realizada en julio de 1583, fue el complemento y obligado remate de la gran batalla naval de San Miguel, librada el año anterior. Como es sabido, gran parte de los fugitivos de aquella acción se refugiaron en la isla Tercera, única con la de Fayal, que no había reconocido la soberanía de Felipe II. Este monarca dio órdenes terminantes, en la primavera de 1583, para aprestar una gran expedición, compuesta de fuerzas navales y terrestres, con el fin de conquistar los últimos reductos enemigos en las Azores; pero sufrió retraso la  preparación de la misma, por lo que hasta mediados de junio no estuvo lista la armada, en el estuario del Tajo. Comprendía más de 90 unidades de combate, a saber: dos magnífica galeazas (navío de nuevo tipo, que combinaba la masa y el aparejo del galeón con los remos de la galera, poseyendo una potencia artillera superior a la de aquél, pues montaba 50 cañones de mayor calibre) recientemente construidas, con otras cuatro más, en Nápoles; doce galeras, cinco galeones, treinta y una naves de varios tamaños y cuarenta y un buques, menores (pataches, zafras y carabelas), con un desplazamiento, sin incluir estos últimos, de 20.127 toneladas y una dotación de 6.531 hombres de mar y remeros. Las fuerzas de tierra embarcadas ascendían  a 8.840, cifra que aumentaría con 2.600 más que se le incorporaron en la isla de San Miguel, por todo lo cual la expedición totalizaba unos 18.000 hombres. La armada iba a las órdenes de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, el vencedor de San Miguel, quien llevaba como inmediatos  subordinados a Cristóbal de Eraso y a Juan Martínez de Recalde Las tropas las mandaban el duque de Fernandina y Lope de Figueroa.          
A pocas operaciones navales dio ocasión la conquista de la isla Tercera, pese a la importancia de la armada española que en ella intervino. El 23 de junio salió del estuario del Tajo, destacándose de ella las galeras, dada su mayor velocidad, con lo que llegaron a la isla de San Miguel el 3 de julio, once días antes que el resto de la armada. Reunida ésta y aprovisionada, salió para la Tercera el 19 de julio. La defensa de la isla no excedía de 9.000 hombres, entre isleños y portugueses, apoyados `por un cuerpo francés de 3.100 hombres, con 100 pieza de artillería gruesa, procedentes igualmente de Francia, todo ello al mando del caballero de La Chastre, que mandaba también una escuadra de 14 navíos armados, de diversos portes. La flota española llegó ante Agra el 16 de julio aniversario de la acción de San Miguel, y seguidamente se efectuó el desembarco con pocas bajas y a unas seis millas de dicha población fueron decisivamente batidos los franceses y los portugueses, quedando la isla a merced del vencedor. Se capturaron 2.200 franceses, 1.800 portugueses con unas 300 piezas de artillería y la totalidad de la escuadra, compuesta de 14 navíos como ya se dijo. La isla Fayal fue conquistada días después.        
La Terceira es una isla volcánica de la parte central del archipiélago portugués de las Azores que tiene 396 kilómetro cuadrados cuya capital es Angra do Heroísmo. Descubierta después de Santa María y  San Miguel  -de aquí su nombre de Terceira-, también se la llamó isla de Jesucristo.
Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz –amplia y extensa biografía-, fue capitán general del Mar Océano y de la Gente de Guerra del reino de Portugal; nació en Granada el 12.12.1526 y murió en Lisboa el 9.2.1588.  Pronto pasó a Gibraltar con su padre, Álvaro Bazán, capitán general de las galeras y naves de la guarda de la costa de Granada. Aún no tenía nueve años cuando el emperador, por los méritos de su padre, le nombró ad honorem  alcaide del castillo de Gibraltar (real cédula de 2.3.1525, en que se ordenaba que durante su minoridad sirviese ese puesto su progenitor, en calidad de teniente). Era Gibraltar una buena aula para la preparación previa de un general de la mar, ya que, debido al buen astillero, las naves acudían con frecuencia a efectuar sus reparaciones y las escuadras invernaban en el puerto no pocas veces, tomándolo como base de aprovisionamiento.     
Álvaro embarcó desde muy joven. “A los nueve años corría por la cubierta de la capitana de su señor padre haciendo el aprendizaje del marinero.” Hizo sus primeras armas junto con su padre en las inmediaciones de la ría de Muros, el 25.7.1542, contra una escuadra de naves francesas que asolaba aquellas costas, exigiendo tributo y subsidios a las villas gallegas. En aquel encuentro la capitana española embistió a la francesa con tal furia que la echó a fondo con todos sus tripulantes; arribó seguidamente sobre otra nave enemiga y la rindió al punto. Durante las dos horas del combate tuvieron los franceses unos 300 ahogados y más de 3000 muertos. En 1554 se le dio ya el mando de una armada independiente, cuya misión era la guarda de las costas meridionales de España  y de las derrotas de recalada de las flotas de Indias, no sólo contra los corsarios de las naciones europeas, sino contra los berberiscos que salían a operar en el océano. Constaba esta escuadra de cuatro navíos de 200 a 300 toneladas, dos zabras (del árabe záurac), y dos galeazas, propiedad éstas de su padre, sumando las dotaciones 1200 hombres, entre los de mar y los de guerra. Un gran temporal y una epidemia en las dotaciones cortó su prime crucero.
Aún hay muchísimos episodios más que contar de la vida de Álvaro de Bazán pero
 procuraré narrarlos poco a poco. Es decir: gradual o lentamente.