lunes, 29 de diciembre de 2014

SEGUIMOS CON BLAS DE LEZO

La empresa que pusieron más empeño los ingleses fue en la de Cartagena de Indias. En febrero de 1740 tuvo el general Lezo noticias, por diferentes conductos, de las formidables fuerzas que preparaban los ingleses para atacar a Cartagena; estas noticias y las de varias presas que hicieron de algunos buques españoles ricamente cargados, le forzaron a tomar precauciones extraordinarias. Situó dos navíos en Boca-Chica, paso obligado para entrar en la rada, cerró la entrada con cadenas tendidas por fuera de los barcos para impedir la llegada hasta ellos de los brulotes con que pudieran atacarlos, y puso en estado de defensa los castillos que guardaban aquélla. El gobernador de la plaza había muerto el 23 de dicho mes de febrero. El general Lezo tomó, pues, todas las disposiciones conducentes a la defensa. Esta plaza como todas las de América, estaban muy abandonadas. Dos condestables de la escuadra reconocieron la artillería de la plaza y hallaron los cañones incapaces de disparar diez tiros, sin repuesto de balas, y tan solo con 3300 libras de pólvora.



El 13.3.1840 se presentaron ante Cartagena 8 navíos enemigos con 2 brulotes, 2 bombardas y un paquebote; fondearon a unas dos leguas al oesnoroeste de la ciudad. Después de reconocer la costa y tomar las sondas convenientes y establecer el bloqueo, se acercaron las bombardas, situándose este-oeste del convento de la Merced, empezando la ejecución de un tiro con materias incendiarias con el que quemaron varias casas y edificios.  Los cañones de la defensa no llegaban a las bombardas con sus tiros y así continuaron éstos haciendo fuego durante los días 18 y 19. Lezo mandó desembarcar un cañón de 18 que puesto en tierra ahuyentó a las bombardas, con sus certeros disparos. Toda la escuadra británica levó y se retiró a Jamaica, quedando dos navíos bloqueando a Cartagena. Hicieron los ingleses una segunda tentativa, avistándose desde Cartagena 13 navíos y una bombarda que reconocieron la ensenada de Barú. Lezo formó con otros dos navíos, otra segunda línea de defensa de Boca-Chica. Viendo los ingleses esta vigilancia y preparativos, regresaron a Jamaica, sin atacar. El 31 de octubre había llegado de España una escuadra de 10 navíos, mandada por el general Rodrigo de Torres, que facilitó algunos auxilios y permaneció en Cartagena de Indias hasta el 8.2.1741 que salió para La Habana, también  amenazada por los ingleses. Se personó en Cartagena el virrey del Nuevo Reino de Granada Sebastián de Eslava, general muy acreditado por su valor y por su inteligencia. Entre él y Lezo tomaron las medidas, de mar y tierra, conducentes a la defensa, si bien Eslava se encontraba reacio a ello, como acreditan las quejas que Lezo expuso posteriormente para que por el marqués de Villadarias fuesen elevadas al rey. Acusa a Eslava entre otras cosas de poca previsión en el acopio de víveres, así como de que despreciaba los avisos del ataque que se proyectaba, que a Lezo daban sus espías y que después la experiencia demostró tan oportunos. No obstante las diferencias de apreciaciones que pudiesen haber, obedientes ambos a las órdenes que tenían, de colaborar, en todo momento, una vez empezó el ataque, mantuvieron una buena coordinación de esfuerzos. Lezo puso toda su alma  en la empresa e imbuyó el mayor entusiasmo a su gente que fue la que llevó casi todo el peso en el combate.
Las fatigas del sitio, las consecuencias de las heridas sufridas en él y en acciones anteriores y el sufrimiento moral, consecuencia de las diferencias con el virrey, rindieron al fin la fuerte naturaleza de Lezo falleciendo pocos meses después. Algunos años más tarde se concedió a la familia Lezo el marquesado de la Real Defensa, quedando perpetuada de este modo, sus hazañas en Cartagena de Indias.
Las acciones o ataques navales a Cartagena de Indias, por su extensión, merecen o exigen manipular, manejar y utilizar otros documentos…
Otro día será.


¡Feliz año nuevo a todos!  ¡Pacífico y próspero, para todos, año 2015!

viernes, 19 de diciembre de 2014

MAS BLAS DE LEZO

Estudiados y analizados otros documentos, hoy volvemos a hablar de Blas de Lezo.
Habiendo surgido ciertas diferencias con la república de Génova, España estaba resentida por la conducta observada por aquel estado, y no de acuerdo con sus procedimientos, el general Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió, como satisfacción, que se hiciesen honores extraordinarios a la bandera real de España y que se restituyese inmediatamente la plata que se retenía. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad que buscaban el modo de eludir la cuestión, fijó un plazo, transcurrido el cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad. Ante esta decidida actitud se hizo el saludo pedido y se transportaron a bordo los dos millones de pesos fuertes, pertenecientes a España, que tenía guardados el banco de San Jorge. De tal cantidad se envió, por orden del rey, medio millón para el infante don Carlos y el resto fue remitido a Alicante para sufragar los gastos de la expedición que se alistaba para la conquista de Orán.
En esta jornada arbolaba su insignia, el general Lezo, en  el navío Santiago, ejerciendo sus funciones de segundo jefe de la escuadra mandada por el teniente general Francisco Cornejo. Ésta estaba compuesta de 12 navío de guerra españoles, 2 bombardas, 7 galeras de España, 2 galeotas de Ibiza y 4 bergantines guardacostas de Valencia. En 15 de junio salió la expedición de Alicante para Orán, llegando el 28 a esta plaza. La escuadra española escoltaba a una expedición de tropas mandada por el conde de Montemar, veintiséis mil hombres llevados en 535 buques transportes. Se verificó el desembarco en la cala de Mazalquivir, protegido por el fuego de los buques; José Navarro, entonces capitán de navío, comandante del Castilla, mandaba las embarcaciones menores “como más antiguo capitán”. Se atacó a Mazalquivir y cuando lo vieron tomando los defensores de Orán, abandonaron la plaza rodeada de murallas y guardada por cinco castillos. Una vez ocupada Orán  y convenientemente guarnecida, Lezo regresó a Alicante escoltando 120 embarcaciones de transporte. Terminadas las operaciones sobre la costa africana, se dirigió la escuadra a Cádiz, donde entró el 2.9.1732.



Las potencias berberiscas, alarmadas con la toma de la plaza de Orán, se coligaron para reconquistarla, atacándola por tierra y bloqueándola por mar. Con este motivo salió Lezo, con los dos navíos que en Cádiz estaban más preparados, el Princesa y el Real Familia, a los que se unieron después otros cinco. Levantó el bloqueo y metió en la plaza los necesarios socorros, dedicándose después a dispersar a la fuerzas navales enemigas. Determinó aniquilar a la capitana de Argel, un buque de 60 cañones; lo encontró y empezó a batirlo, pero los argelinos huyeron con fuerza de vela, perseguidos por Lezo, refugiándose en la ensenada de Mostagán, defendida por dos castillos a la entrada y por una fuerza de cuatro mil hombres que acudió de las montañas vecinas al darse la alarma. Entró Lezo tras el navío, a pesar de los disparos de los castillos y de los que se le hacían de todas partes, y, echando al agua lanchas armadas, prendió fuego a la tan bien protegida capitana de Argel.
Esta acción de la mayor intrepidez, que no podían esperar los argelinos, les alarmó de tal modo que les hizo pedir socorro a Constantinopla. El general Lezo al saberlo, tras reparar ligeramente sus barcos, en Alicante, pasó a cruzar desde Galita hasta el cabo Negro y Túnez, a la espera del socorro solicitado, para batirlo. Permaneció en el mar 50 días hasta que una epidemia infecciosa, originada por la corrupción de los alimentos, le obligó a regresar a España, tocando antes en Cerdeña para hacer nuevos víveres en la cantidad necesaria para poder llegar a Cádiz. Tuvo, no obstante, que entrar en Málaga donde dejó gran número de enfermos, entre ellos el guardiamarina Jorge Juan que con tan buen maestro como Lezo hacía sus primeras armas. También llegó Lezo enfermo de gravedad a Cádiz. El rey le manifestó su aprecio y como recompensa a los distinguidos servicios le promovió a teniente general el 6.6.1734.
Desempeñó la comandancia general del departamento de Cádiz; al año siguiente (1735) fue llamado a la corte y, ya de regreso en el Puerto de Santa María, en 23.7.1736, fue nombrado comandante general de una flota de ocho galeones y dos registros, que escoltados por los navíos Conquistador y Fuerte habían de despacharse para Tierra Firme. Salió con su flota el 3 de febrero de 1737, llegando a Cartagena de Indias el 11 de marzo, quedando de comandante general de aquel apostadero, tan importante para la defensa del mar de las Antillas. En noviembre de 1739, ya declarada la guerra con Inglaterra, tuvo noticias que en Jamaica se estaba alistando una importante expedición con fuerzas de desembarco que llegaban de Europa. Jamaica fue el punto de partida en diferentes ocasiones, de ataques a los puertos españoles: La Habana, Portobelo y el castillo del río Chagres, entonces éste navegable, y constituyendo parte de la vía de comunicación del Atlántico con la ciudad de Panamá y el mar del Sur.            (continuará)

  

¡Felices fiestas a todos! ¡FELIZ NAVIDAD!