miércoles, 23 de enero de 2013

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (IX)

Hoy he abierto el libro de la memoria por la(s) página(s) de la arquitectura naval o arte de construir embarcaciones. A  todos lo santos le llega su día. En la construcción naval hay piezas principales, otros maderos y puntales, cuadernas y piezas curvas, tablones y forros y rellenos y otras piezas. De la familia de las piezas principales son la obra muerta (la parte del casco que está por encima de la línea de flotación), la quilla (pieza que va de popa a proa por la parte inferior del barco y en que se asienta toda su armazón), el estrave (remate de la quilla del navío, que va en línea curva hacia la proa),   el codillo (cada uno de los extremos de la quilla, desde los cuales arrancan, respectivamente, la roda y el codaste), el talón (corte oblicuo en la extremidad posterior de la quilla, para ajustar la madre del timón), la zapata (tablón que se clava en la cara inferior de la quilla para defenderla de las varadas), la sobrequilla (madero colocado de popa a proa por encima del trabazón de las varengas, y fuertemente empernado a la quilla) y la contraquilla (pieza que cubre toda la quilla por la parte interior). Y también son de esta familia el codaste (madero grueso puesto verticalmente sobre el extremo de popa de la quilla), el contracodaste (pieza de igual figura que el codaste que se coloca para reforzarlo),  el yugo (cada uno de los tablones curvos horizontales  que se endientan en el codaste y forman la popa del barco), la aleta (cada uno de los dos maderos corvos que forman la popa), el escudo y el barrón (arco de hierro hincado por sus extremos en el espejo de popa). Una tercera subfamilia sería la roda (pieza gruesa y curva que forma la proa de la nave),  el pie de roda (pieza curva en que remata la quilla por la parte de proa y en la que se empalma la roda), el caperol (extremo superior de la roda en las embarcaciones menores), el brión (el pie de roda), la contrarroda (pieza de igual figura que la roda y empernada a ella por su parte inferior), el contrabranque (o sea, la contrarroda), la albitana (que viene siendo la contrarroda o contracodaste de una embarcación menor), el muz (sic) (que es la extremidad superior y más avanzada del tajamar), el acrostolio (espolón de las embarcaciones antiguas o adorno en la proa de las naves),  el beque (obra exterior de la proa)...  Y el tajamar. Para mí la más bonita de las palabras de todos los nombres de las piezas de un buque. La de más eufonía. La de sonoridad más agradable. Hace años redacté, mejor dicho, pergeñé, o sea, ejecuté con poca habilidad, una narración, una etopeya, que titulé, precisamente, así: “Capitán Tajamar”. ¡Qué bien suena!, ¿verdad?  (Perdonad la pequeña digresión. El tajamar es el tablón de forma curva, ensamblado en la parte exterior de la roda).



De la parentela de otros maderos y puntales son la toza (sic) el madero de cuenta (cada una de las piezas de madera sobre que se funda el casco de un buque), el alefriz (ranura que se abre en una pieza, para que en ella encajen los cantos o cabezas de los tablones),  el bao (cada una de las piezas de la armazón de un buque que atraviesan de un costado a otro y sostienen la cubierta), el durmiente (madero colocado horizontalmente y sobre el cual se apoyan otros horizontales y verticales), el contradurmiente (tablón unido al durmiente para reforzarlo por la parte inferior),  el trancanil (serie de maderos tendidos desde la proa a la popa, para ligar los baos a las cuadernas y al forro exterior), la madre (cuartón grueso de madera, que va desde el alcázar al castillo), el brazal (cada uno de los maderos fijados por sus extremos en una y otra banda desde la serviola al tajamar), la cerreta o brazal (madero fijo en la serviola), la percha, el estanterol (madero que en las galeras se colocaba a popa en la crujía y sobre el cual se afirmaba el tendal), el singlón, el genol, la cochinata (cada uno de los maderos de la parte inferior de la popa, endentados en el codaste),  las cuerdas, las esloras, la bordinga (madero que se usa como refuerzo),  el dragante (en embarcaciones menores, madero colocado a pie del trinquete, sobre el cual descansa el bauprés),  el chique (madero de refuerzo), el calzo (cada uno de los maderos que se usan a bordo para apoyar objetos pesados), el postelero puntal que sujeta las mesas de guarnición), el macarrón, el contrete, el charrancho, el barrotín y la barbilla.           
Con tanto bailoteo de nombres substantivos de maderos y maderas ya estoy un tanto confuso, indeciso y perplejo: ya no sé si soy nauta o carpintero de ribera. Hablando de nautas recuerdo los rudimentos y las nociones elementales del latín. Como todos sabemos, o casi todos, el latín no observa el mismo orden que el castellano en la colocación de las palabras en la oración. El sujeto, el verbo y los complementos pueden estar colocados en un orden cualquiera, sin que el sentido se altere. Así, la frase puella vocat nautam (la niña llama al marinero),  puede escribirse también en las formas siguientes: puella nautam vocat; nautam vocat puella; nautam puella vocat; vocat puella nautam; vocat nautam puella.
De las cuadernas y piezas curvas hablaremos otro día.