miércoles, 19 de mayo de 2010

Música y matemática

Se dice que Pitágoras había intentado demostrar que la música es matemática, basándose en el hecho de que las notas que emite una cuerda pulsada dependen estrictamente de la longitud de la parte que vibra en la misma. Como los astros en el cielo se rigen por movimientos calculables matemáticamente, se infería que la música estaba en la base de la creación del universo entero.
De esta concepción nació la idea de que la matemática era la base de la música y se la consideró, por lo tanto, una disciplina netamente científica. Como consecuencia de esta opinión, que seguía considerándose válida en la Edad Media, se verificó la inclusión de la música en los estudios universitarios. La idea parecía atractiva y todavía hallamos análisis de sus posibilidades en pleno siglo XVII.
El filósofo alemán Leibniz, en su tratado titulado La física de la música, escribió:
“La música es como una especie de ejercicio aritmético oculto para el espíritu, en el que el alma se pone a contar sin darse cuenta de ello...
Aunque el alma no percibe abiertamente el hecho de hallarse contando, siente sin embargo en sí misma el efecto de este constante contar de modo inconsciente, es decir, que cuando se da una consonancia le produce una sensación agradable, mientras la disonancia le crea la sensación de algo desagradable, como una consecuencia natural”.


¿Qué actitud adoptar frente a la música?

“... No es fácil decir con precisión cuál es la potencia que tiene la música, ni tampoco con qué base podemos decir que uno debería participar en ella, si debe ser como diversión o como relajación, del mismo modo como uno se echa a dormir o se pone a beber abundantemente (pues ésos, por sí mismos, no son pasatiempos serios, sino simplemente agradables, y nos “relajan de nuestras preocupaciones”, como dice Eurípides; debido a esto la gente actualmente clasifica a la música junto a estas otras cosas, y también hay quien coloca a la danza en esta misma categoría). O si más bien deberíamos pensar que la música tiende en cierto modo hacia la virtud (la música es capaz, en efecto, de producir una cierta calidad de carácter, del mismo modo como la gimnasia puede producir una cierta calidad de cuerpo; la música acostumbra a los hombres a saber divertirse adecuadamente); o que contribuye en algo al entretenimiento intelectual y a la cultura (pues esto debe ser puesto como una tercera alternativa entre las dos mencionadas).
Ahora bien, no es difícil ver que la diversión no tiene que convertirse en el objeto de la educación de los jóvenes, pues la diversión no puede coincidir con la enseñanza: aprender es siempre un proceso doloroso. Ni es conveniente tampoco asignar un entretenimiento intelectual para los niños y para los adolescentes; pues algo que es un fin no pertenece a nada que sea imperfecto. Pero quizá podríamos pensar también que las dedicaciones serias de los jóvenes son para asegurarse la diversión cuando hayan crecido y sean ya hombres.
Pero si se diera el caso de algo por el estilo, por qué necesitan los jóvenes aprender a hacer esto por sí mismos, en lugar de hacer como los reyes persas y medos, participar en el placer y la educación de la música haciendo que sean otros quienes la interpreten, puesto de los que han hecho de la música un negocio y una profesión necesariamente deben actuar mejor que los que practican sólo el tiempo suficiente para aprender...”

ARISTOTELES (Política)



La música en Israel en las casas privadas

“1) Si te hacen presidente de un convite, no te engrías; pórtate entre los convidados como uno de tantos.
2) Cuida primero de ellos y luego siéntate; cumplido tu oficio, recuéstate.
3) Para alegrarte con los otros y ser alabado por tus buenas disposiciones.
4) Si eres anciano, habla como a tu edad conviene,
5) Con discreción, y no impidas el canto.
6) Mientras tocan y cantan, no charles y no hagas alardes de sabio a destiempo.
7) Como anillo de oro con esmeralda engastada, es la melodía de la música en el banquete.”

Biblia, Eclesiástico, cap. 31, 1-7
Citado por la edición Nácar-Colunga, BAC, nº 1, Madrid, 1959.



El rey David, músico

“1) David hizo casa para sí en la ciudad de David y preparó un lugar para el arca de Dios, alzando para ello una tienda. 2) Entonces se dijo: “El arca de Dios no debe ser transportada sino por los levitas, porque son los que eligió Yahvé para trasladarla y para hacer su servicio por siempre.” 3) Reunió, pues, David a todo Israel en Jerusalén para subir el arca de Yahvé al lugar que le había dispuesto (...)
15) Los hijos de los levitas llevaban el arca de Dios en hombros, con sus barras, como lo había ordenado Moisés , según el mandato de Yahvé. 16) David mandó a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos los cantores, que hiciesen resonar los instrumentos musicales, arpas, salterios y címbalos, en señal de regocijo; 17) y los levitas designaron a Hetán, hijo de Cosaya; (...) 22) y Quenanías, jefe de los levitas, dirigía el canto, pues tenía mucho conocimiento de él. 23) Berequías y Elcana eran los porteros del arca ; 24) y Sebanías, Josafat, Natanael, Amasi, Zacarías, Benayas y Eliezer, sacerdotes, tocaban las trompetas delante del arca de Dios. Obbedom y Jijías eran también porteros del arca. (...)
27) David iba vestido de un manto de biso, lo mismo que todos los levitas que llevaban el arca, los cantores y Quenanías, jefe de la música entre los cantores. Llevaba David también sobre sí el efod de lino.
28) De esta manera llevó todo Israel el arca de la alianza de Yahvé entre gritos de júbilo, al son de las bocinas, las trompetas, los címbalos, los salterios y las cítaras.
29) Cuando el arca de a alianza de Yahvé llegó a la ciudad de David, Micol, hija de Saúl, mirando por una ventana, vio al rey David saltando y bailando delante del arca y le menospreció en su corazón.”

Biblia, Paralipómenos, I, 15, versículos 1 a 29.
Citado por la edición Nácar-Colunga, BAC, nº 1, Madrid, 1959.