miércoles, 19 de diciembre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (VI)


  Se llama rosa de los vientos o rosa náutica al círculo dividido en cierto número de ángulos o partes iguales por radios denominados rumbos o vientos. Es el círculo representativo del horizonte y se emplea en las agujas y cartas náuticas; también se llama, aunque poco corrientemente, rosa de la aguja y rosa de los rumbos.
A un observador situado en la mar o en el alto de una atalaya en tierra, dominando el horizonte cuyo centro ocupa, no le hace falta forzar mucho la imaginación para comprender claramente por qué ha recibido el nombre de rosa de los vientos la figura donde gráficamente se representan la distintas direcciones que, partiendo de él, continúan en prolongación indefinida. Para este mismo observador no podía buscarse referencia más real que la que de el viento que le azota, haciéndole percibir sensiblemente sus efectos; así, según proceda del norte, sur, este u oeste, recibirá una impresión de frío, calor, humedad, sequía... Tales impresiones le quedarán profundamente grabadas , luego, aunque el aire permanezca en reposo; si quiere una ruta, camino o dirección , de un modo inconsciente lo relacionará con igual trayectoria del viento. Algo semejante a esto hubo de ocurrirle al hombre, cuando la circunferencia representativa del horizonte no se dividía como ahora en grados, encontrando dentro de la naturaleza la solución al problema después resuelto por la técnica matemática.



Los antiguos conocieron la rosa de los vientos, mucho antes de que apareciese en los portulanos medievales y en la cartulina que se unió a la aguja magnética. Según las regiones, fue diversamente representada, diferenciándose unas de otras en el número de vientos o rumbos, en las denominaciones empleadas para distinguirlos y en su expresión gráfica. Fueron los griegos los que comenzaron usando la rosa de 12 vientos de Timosteno (siglo III), y entre los latinos se conoció primero la de igual número de rumbos descrita por Vitrubio (siglo I?), en su obra De architectura, compuesta de 10 libros donde también trata de cronometría; otra rosa latina es la de Suetonio (69-141), y más tarde divulgóse la de 24 rumbos, gracias a las Etimologías de san Isidoro de Sevilla (560-636), hasta el siglo XI, en que fue de uso general por el Mediterráneo la italiana de 16 vientos, producto de la escuela de Amalfi, introduciéndola Raimundo Lulio entren los navegantes levantinos. En la centuria siguiente, se aumentó al doble el número de vientos, y así con 32 debía quedar definitivamente hasta nuestros días, en que continúa amparada por la tradición. En los barcos de vela, donde no es posible mantener la proa “al grado”, sigue conservándose la tradicional costumbre de dividir la rosa en puntos cardinales, cuadrantales o laterales, octantales o colaterales, cuartas y fracciones de cuartas. El cuarteo de la rosa, cuartear la rosa, es enunciar los distintos rumbos y su equivalencia en grados. Dos ejemplos: Norte cuarta al nordeste (11º,3´) es el primer rumbo y viento del primer cuadrante, intermedio entre el norte y el nornordeste. En el Mediterráneo también se dice tramontana cuarta a griego. Y norte cuarta al noroeste (348º, 8´) es el primer rumbo y viento del cuarto cuadrante, intermedio entre el norte y el nornoroeste. En el Mediterráneo también se dice tramontana cuarta a maestral. ¿No es preciosa toda esta terminología? ¿Preciosa? Yo diría que hermosa, bella, linda, bonita, atractiva, encantadora, primorosa, exquisita, delicada, sugestiva... Y como estamos en estas fechas: ¡Feliz Navidad! ¡Felices Pascuas a todos! Gente de mar y de tierra adentro...

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (V)


El velamen es el conjunto total de velas de un buque, el parcial que se halla envergado y el que se lleva mareado. Al que va mareado o dispuesto para ello se llama vela en sentido colectivo o usando el singular por el plural, y figuradamente trapo y paño. Envergar, largar, orear, recoger, aferrar el velamen, son verbos que vamos a comentar en esta entrega. Vamos a empezar por el último. Aferrar es agarrar, asir, sujetar fuertemente. Es, en maniobras, recoger una vela a su verga, botavara o percha correspondiente, por medio de tomadores, a fin de que no coja viento. También se aplica a la bandera, toldo, empavesada (banda de paño azul o rojo con listas blancas con que se adornan las bordas y cofas de los barcos en días solemnes) u otra tela que se pliega o enrolla. En otro contexto aferrar es coger algo con un bichero o gancho. O agarrar el ancla en el fondo.
Hay una frase marinera, aferrar a la española, que es sujetar al calcés del palo la parte de una vela de gavia que queda colgando por el centro luego de haberla aferrado en ambos brazos de la verga. Aferrar a la holandesa es recoger en el centro de la verga la porción de vela que había de quedar colgando; con ésta se hace un cono bien apretado, afirmándolo con cabos o fajas. Aferrar con camiseta es hacer un rollo con la parte de la vela que al aferrar a la española se amarra al calcés con vueltas de cabo y cubrirla luego con la camiseta. Aferrar un puerto es entrar en él. Aferrar una isla es llegar a un puerto o fondeadero de la misma. Estas dos últimas frases son antiguas. ¡Aferra! ¡Aferra aparejo! ¡Aferra empavesados! ¡Aferra juanetes y sobres! ¡Aferra toldos! ¡Aferra coys! Aferrar el ancla, el aparejo, el velamen, las velas cuadras, las velas de cuchillo, el velacho, los toldos, etc, etc, etc...


Envergar, en maniobras, es unir y sujetar la relinga del grátil o caída de una vela a su respectiva verga, nervio, esnón, palo o botavara por medio de envergues ligadas, garruchos o culebras. Envergar alas, envergar el aparejo, envergar el velamen; envergar la cangreja, las gavias, las mayores; envergar los foques, los juanetes, los sobres; envergar las rastreras, las velas de estayes. ¡Enverga aparejo! ¡Enverga todo aparejo! ¡Enverga y aferra!
Largar es aflojar, soltar poco a poco, aunque más corrientemente se entiende por soltar todo o de una vez; desplegar, soltar algo, como la bandera o una vela. En este sentido también se dice descargar, cuando la vela que se larga está solamente cargada, no aferrada. Largar es, también, desatracar un bote u otra embarcación menor de un muelle o de otro buque. Y desprenderse, desclavarse o desencajarse alguna pieza de la embarcación, bien sea por varada, abordaje u otro accidente, como largar la zapata, el timón, una tabla, etc. Refiriéndose al trabajo del ancla en el fondo, es desprenderse de él. Y orear, el verbo más breve en contenido, es dar en una cosa el viento fresco o dar en una cosa el aire, secándola o quitándole algún olor. Orear camas: en los buques de guerra, colgar al aire libre de un cable o cabo la ropa de cama de los marineros con el fin de que se ventile; se acostumbra, o acostumbraba, a hacer cada viernes.

martes, 11 de diciembre de 2012

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (IV)


Viento en popa y mar bonanza navegaba Sancho Panza...
Ebrio de salitre, embriagado de nitrato de potasio, impregnado de adarce, costra salina que las aguas del mar forman en los objetos que mojan, continuamos rememorando tiempos pasados. Se llaman vientos locales aquellos que obedecen a perturbaciones particulares de una región, siendo, la mayor parte de las veces, debidos al paso de ciclones o anticiclones móviles. Viento maestral es el que sopla entre poniente y tramontana. Manejable es el que, a pesar de ser duro, permite ejecutar cualquier maniobra. Viento marero es el que sopla de la parte del mar. Muy duro es el de fuerza 9 en la escala esa más de una vez citada. Viento oscuro es el que viene acompañado de cerrazón y obliga a aferrar parte del aparejo. Viento particular es el que sopla en algunos mares donde no es frecuente, ni su dirección constante. Vientos periódicos son los que soplan un determinado intervalo de tiempo en una dirección y luego en la dirección contraria. Son vientos de este tipo: los monzones, el terral y virazón, etc. Viento racheado es el que sopla intermitentemente, de un forma no continua. El rastrero es el viento bajo. Viento redondo es el que va rolando y sopla sucesivamente de todas las direcciones de la rosa. El traidor es el racheado. Vientos alisios son los regulares pertenecientes al régimen del frente polar.




Frases marineras: Abrir el viento. Como verbo activo, orzar cuando se va en popa cerrado, arribar cuando se navega de bolina, hasta tener el viento a un largo. Como verbo neutro, significa girar el viento desde las direcciones correspondientes a popa cerrado o de bolina, hasta ser largo en uno y otro caso. También se dice que el viento abre cuando en una virada por avante pasa, por efecto del movimiento giratorio del buque, desde la posición de fil de roda a la banda que va a ser nuevo barlovento. Acercarse al viento es orzar. A buen viento, a viento o con viento lleno: arribar, y también navegar con viento favorable o con todas las velas llenas, así como se expresa lo opuesto al decir contra viento. ¡Al viento, al viento! Voz de mando al timonel para que orce. A la voluntad, a merced de los vientos: dícese del buque arrollado por la fuerza del viento. Afirmar, afianzar, asegurar, fijar el viento. Afirmarse el viento: dícese del viento que después de haber estado soplando de varias direcciones queda fijo en una de ellas. Aguantarse con el viento: mantenerse orzado y sin perder notablemente barlovento, aguantando más o menos vela, según las circunstancias, pero siempre en cantidad superior a la que en las mismas se lleva de ordinario. Alargarse el viento: viento que va haciéndose cada vez más largo, es decir, que va rolando hacia la popa. Buscar el viento: orzar. Se usa ya como advertencia al timonel y no se descuide y orce a no desperdiciar, o refiriéndose al buque mismo, equivaliendo en este caso a ceñir mucho, partir al puño, pegarse al viento. También se dice ir a la mar a buscar el viento en el sentido recto de salir de puerto o separarse de la costa para encontrar viento más fresco.
Caer el viento es disminuir su intensidad o fuerza. Cargar el viento es cuando el viento arrecia; cerrar el viento es orzar para disminuir el ángulo del buque con el viento; equivale a cerrar el rumbo. Cerrarse con el viento en n sentido es orzar sin desperdiciar nada, y en otro es tener el buque la propiedad de ceñirse mucho. Cerrarse el viento es girar éste desde el ángulo en que se llama largo de más de doce o catorce cuartas, hasta que su dirección coincide con el de la quilla, en el sentido de popa a proa.
Todo ello arrostrando –afrontando, desafiando, encarando- todos los obstáculos y dificultades opuestas a un propósito. O sea, luchado a brazo partido contra los elementos...