Mi mujer me viene llamando de todo,
desde hace tiempo. Que si soy un vago, un holgazán, un perezoso, un
remolón, un remiso, un haragán, un indolente, un zángano, un vainazas... De todo, ya digo. Y
cuando se pone a decir sinónimos no hay quien la pare. Que si no
pongo nada nuevo, desde hace tiempo, en Cartas desde mi piorno, que
si patatín, que si patatán... Pero el otro día, el domingo 3 de
Junio, el Celta, el Celtiña para todos los celtistas, ascendió, por
fin, a la Primera División del fútbol español. Después de cinco
temporadas en 2ª. (Fue el primer equipo gallego que ascendió a
Primera. Lo hizo en la temporada 1935-36, pero no pudo hacer efectivo
el ascenso hasta diciembre de 1939, a consecuencia del parón
obligado en las competiciones por efecto de la guerra civil). La
Primera es, diría yo, el hábitat natural del equipo de la Cruz de
Santiago. La División de Honor. El no va más. Porque, el Celta, ha
participado en 46 temporadas en la máxima categoría del fútbol y
está, esto lo dice la clasificación histórica, en el G-12. Es
decir entre los doce clubes que más temporadas han jugado en la
máxima categoría del fútbol hispano. Chapó. Chapeau. Y eso, el
ascenso, que hace el número 11 en sus 89 años de existencia, me ha
producido una gran alegría y una gran satisfacción. Y una gran
euforia, claro. Pues bien. Ese domingo, el 3 de Junio, allá me fui a
Balaidos, con mi cohorte o guardia pretoriana, mis hijos, Moncho,
Andrés y Miguel, cargados de banderines, bufandas, gorras...
Y al
final del partido, conseguido el ascenso, bailamos y cantamos en las
gradas. Como no podía ser de otra manera. El himno: ¡Hala Celta! a
demostrar, por tu historia y tradición, que tu lema es noble juego,
valentía y corazón. Cuando juegas con tesón, vibra toda la
afición. ¡Hala Celta! gritamos. ¡Hala Celta, campeón! Y la
Rianxeira, que viene siendo el himno oficioso del Club, el Miudiño,
miudiño, el Es de Primera, el Celta es de Primera... Esta última
con música de Guantanamera que se adaptaba estupendamente a la
letra. “Yo soy un hombre sincero,/ de donde crece la palma/ y antes
de morirme quiero/ echar mis versos del alma./ Mi verso es de un
verde claro/y de un carmín encendido:/ Mi verso es un ciervo herido/
que busca en el monte amparo./ Guantanamera,/ guajira guantanamera,/
Guantanamera,/ guajira guantanamera...” Ya digo: Es de Primera, el
Celta es de Primera, es de Primera, el Celta es de Primera. Con
música de Guantanamera, no se olvide, que se adapta perfectamente a
la letra.
Después de este esfuerzo mental
transitorio solo me queda por decir: ¡Hala Celta! ¡Siempre! (A ver
si la mujer, la parienta, queda contenta... y me lo agradece. A ver).