martes, 26 de marzo de 2013

VELAS Y VIENTOS, VIENTOS Y VELAS (XVI)

Yo, en mis tiempos, también fui estribordario. Sí, es-tri-bor-da-rio. Que es el nombre que se daba a cualquier marinero de los de la guardia de estribor. A los que hacían la guardia de babor, que yo recuerde, no se les daba ningún nombre especial.
No; no me he olvidado del otro García de Nodal. Bartolomé nació en Pontevedra ca. 1574-75, murió en naufragio el 5.9.1622. Embarcó en la Armada real del Océano, que mandaba el general Alonso de Bazán, en calidad de aventurero sin sueldo. El adelantado mayor de Castilla le señaló sueldo, como recompensa a sus distinguidos servicios y en compensación a lo que gastó durante cuatro años manteniéndose a su costa. Le encomendó ir de aviso a las Terceras, en un barco, con su hermano mayor, Gonzalo. El general Pedro de Zubiaur le nombró ayudante suyo, pero poco después se le dio patente de capitán, pasando a mandar la urca Grifo, para la jornada de Falamúa. Con Diego Brochero fue a las Terceras, sufriendo grandes temporales durante esta comisión. Burlando la vigilancia de 24 navíos ingleses, llevó a Irlanda abundantes armas, municiones y recursos monetarios. Después de ser comandante de la nave Lis de Oro, pasó a serlo del galeón Jesús-María y José. Luis Fajardo le embarcó en su capitana para la jornada de las Salinas de Araya e islas de Barlovento, quemando 19 naves enemigas y limpiando de piratas aquellas costas. Volvió de nuevo a España y pasando al Mediterráneo fue a Orán y Túnez con el general Fajardo; en este puerto, mientras los galeones cañoneaban al castillo de la Goleta, los buques de menor calado quemaban 23 naves corsarias. Invernó la Armada en Cartagena. En 1610 llevó a los desterrados moriscos desde Alicante a Orán, pudiendo sólo llegar los embarcados por Nodal debido al fuerte temporal reinante. En el océano y mandando el galeón San Andrés cruzó en servicio de protección de la recalada de las flotas de Indias, portuguesas y españolas. Mandó después el galeón San Juan Bautista y con un barcolongo reconoció la guarida de corsarios moros de la Mámora. Volvió después (1614) con la armada de Luis Fajardo y, desembarcando con las tropas, atacó a los moros, desmontando la batería que protegía la entrada. Pudo después penetrar por el río y sondarlo en un trayecto de ocho leguas, siempre batido por la arcabucería de los moros. Por orden de Luis Fajardo salió después con una tartana a reconocer a un navío sospechoso avistado a unas 5 leguas. Una fuerte tormenta le hizo arribar a Cádiz, donde se unió a la armada, mandada ahora por Juan Fajardo, al haberse quedado su padre, Luis, fortificando la Mámora. Nodal llevó a dicha plaza un refuerzo de tropas desde Mazagán, y quedó como ayudante de Luis Fajardo, con el que salió repetidas veces a campaña a combatir con los moros. Reunidos otra vez a la armada mandada por Juan Fajardo cruzó con ella sobre cabo San Vicente, en protección de los galeones de la plata. Fue llamado a la corte y se le encomendó la exploración de los estrechos de Le Maire y Magallanes, señalándosele 120 ducados de sueldo mensual. Emprendió este viaje con su hermano Gonzalo, mandando cada uno una carabela de las dos que para la expedición se construyeron en Lisboa, que se llamaron Nuestra Señora de Atocha y Nuestra Señora de Buen Suceso, de 80 toneladas y 4 piezas de artillería, con 40 marineros de tripulación cada una. Salieron de Lisboa el 27.9.1618. La expedición se había encargado ya desde mediados de 1616; urgía ahora por el descubrimiento del cabo de Hornos llevado a cabo por los holandeses Schouten y Le Maire. Iba de capitán general Bartolomé, que mandaba la Nuestra Señor de Atocha. Gonzalo mandaba la otra carabela, e iba de cosmógrafo Diego Ramírez de Arellano. Descubrieron la isla de Puerto Santo, cortaron la Línea y fondearon cerca del cabo Santo Tomé, en América; entraron después en Río de Janeiro a reparar averías, viéndose obligados a meter en la cárcel a la marinería que quería desertar. Tuvieron que dominar una conjuración y vencer las dificultades que les ponían para salir los pilotos flamencos y portugueses. Lo hicieron al fin y avistaron el cabo de Santa Elena y la isla de los Reyes, donde cazaron muchos leones marinos. Siguieron costeando, llegando a la isla de San Julián, a la Tierra de las Barreras Blancas y al cabo de las Vírgenes, donde fondearon. Quisieron entrar en el estrecho de Magallanes, pero el viento no se lo permitió y arrumbaron al descubierto por Le Maire, entrando en él el día de San Vicente, por cuyo motivo le impusieron ese nombre. Llegaron hasta el cabo de Hornos, al que llamaron de San Ildefonso, y siguieron por el Pacífico hasta la salida occidental del estrecho de Magallanes. Recorrieron el estrecho hacia el Atlántico, reconociendo prolíjamente  todos sus recovecos. Costearon después hacia el norte, hasta fondear en Pernambuco. Al regreso a la Península con una flota mercante tocaron la isla de Flores en las Terceras y fondearon en San Vicente donde desembarcó Gonzalo para dar cuenta del viaje al rey, a la sazón en Lisboa. Tardaron en la comisión 9 meses y 12 días. Los Nodales consiguieron la rara distinción de que se imprimiese su diario de navegación, cayendo en el olvido el de Diego Ramírez, que era superior a él y que no se publicó hasta siglo y medio después. Bartolomé García de Nodal pereció en el naufragio del galeón Nuestra Señora de Atocha, almirante de la flota de Tierra-Firme, que mandaba el marqués de Cadereita. Naufragó sobre los cayos de Matucumbé y la Tortuga, a 30 leguas de La Habana.
Y aquí se acaba la historia, los hechos, la crónica y los anales de los hermanos Nodales. ¡Anda! Involuntariamente me salió un pareado, también llamado dístico. (El dístico más frecuente de todos, el dístico elegíaco, compuesto de un hexámetro y de un pentámetro dactílico, era metro favorito de los poetas elegíacos y epigramáticos. ¡Toma, ya!).   
Ya sé que no corren buenos tiempos para la lírica pero uno está acostumbrado, desde siempre, a navegar contra viento y marea por los procelosos mares de la vida...

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