“Roto casi el navío /
a vuestro almo reposo, / huyo de aqueste mar tempestuoso.”
En el fascículo XII hablábamos de Th. Cano o Tomé Cano,
marino y navegante español de los siglos XVI y XVII, nacido en las islas
Afortunadas. En el XIII ampliamos datos de su vida. Cano navegó durante más de
cincuenta y cuatro años. Fue capitán ordinario del rey. Por sus méritos se le
eligió diputado de la Universidad de Mareantes de Sevilla, y como tal, en 1608,
dirigió memoriales al rey, pidiendo gracias para pilotos, marineros, carpinteros
y calafates. Formó parte de las juntas periciales de la Carrera de Indias, en
las que empleaba las naos de su propiedad. Por orden de los consejeros de
España e Indias escribió una importante obra dedicada al almirante Brochero,
figura naval preeminente de la época: Arte
para fabricar, fortificar y aparejar naos de guerra y marchantes, con las
reglas de arquearlas, reducido a toda cuenta y medida, y en gran utilidad para
la navegación, Sevilla 1611. En esta obra se queja de la decadencia de la
marina española que en 1586 tenía más de mil de alto bordo, pertenecientes a
particulares: 200 de Vizcaya iban a Terranova a la pesca del bacalao y otras
200 de Asturias, Galicia y otros puertos, hacían la derrota de Flandes y
llevaban mercaderías a los puertos franceses e ingleses. Esta obra fue
considerada de gran utilidad, siendo adoptada por los directores de las fábricas
reales, que la calificaron como de ser “la primera forma de fabricar reducida a
reglas que hasta la fecha se había inventado y que la hallaban cierta y
verdadera, y como de persona de tanta experiencia en el arte de la navegación”.
Es curioso, sin embargo, que a pesar de aprobarse las reglas y ser tan alabada
fuesen condenadas las naos de propiedad de Cano, que formaban parte de la
carrera de Indias y que estaban fabricadas según aquéllas. También escribió
Cano un interesante comentario-relación del viaje de los Nodales. Por cierto, en
otra ocasión, en otra entrega -en ésta no cabe-, hablaremos de los García... De
los hermanos García de Nodal, quiero decir. Los Nodales, Gonzalo y Bartolomé,
marinos y navegantes gallegos nacidos en Pontevedra.
También ésta me parece escasa, corta, exigua. Piensa, hombre,
piensa. ¿O es que no tienes neuronas ni meninges?
¡Ah! Sí... Cazar, en Maniobras, es cobrar o tirar de las
escotas de las velas para orientarlas o presentarlas al viento una vez han sido
amuradas, maniobra que se expresa con las frases cazar la escota o cazar la
vela. También es extender cuanto se pueda el pujamen de una vela cuadra y
sujetar sus puños con los escotines a los penoles de la verga inmediata
inferior. Asimismo halar de un cabo, de una lona, de un remo, etc. también es
cazar. Cazar, además, es dar caza o
alcanzar a otro buque. Son frases marineras: Cazar a besar es cazar el máximo;
cazar a ceñir es halar de las escotas todo lo que se pueda, antes de bolinear
el aparejo a ceñir; cazar ambas escotas es navegar en popa cerrada; cazar y
atracar es arranchar (cazar bien una vela o escota, o ceñir mucho el aparejo). Y
en muchas otras locuciones, como cazar a popa, cazar e izar las gavias, cazar e
izar sobremesana, cazar e izar velacho, cazar escota, cazar foque a babor.
cazar foque a estribor, cazar la cangreja, cazar la escota, cazar las velas,
cazar la mesana, etc., etc., etc.
“¡Pobre barquilla mía,
/ entre peñascos rota, / sin velas desvelada, / y entre las olas sola!”
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