Señor director,
Ahora que tanto se habla de la posible -¿o probable?- subida de impuestos directos o transversales, recuerdo una anécdota o historieta protagonizada por dos emperadores romanos: Vespasiano había establecido un tributo sobre los mingitorios o urinarios públicos. Tito, hijo mayor y sucesor del fundador de la dinastía Flavia, que estaba asociado al gobierno, le comunicó, quizá en algún receso, pausa o descanso de sus múltiples ocupaciones, que los romanos hacían chistes y chascarrillos sobre el asunto, a lo que Vespasiano, el emperador que quiso morir de pié, contestó con un argumentum ad crumenam, argumento de bolsa, haciéndole oler una moneda: “El dinero no tiene olor.” (Poderoso caballero es don Dinero; hasta es inodoro). Claro que también “Vespa” le pudo haber dicho a su primogénito: Assem habeas, assem valeas, ten un as y valdrás un as, que equivale o corresponde a nuestro tanto tienes, tanto vales.
Lejos de nosotros la perniciosa novedad de discurrir, pero ¿de dónde le venía a Tito tanta información si todavía no se había inventado Internet? ¿quizá de los agentes in rebus?
Los agentes de negocios públicos, como es bien sabido de todos, era un cuerpo de altos funcionarios que desempeñaban a la vez el papel de administradores, controladores del correo y agentes de la policía política. Algunos llevaban el significativo, elocuente y expresivo nombre de curiosi; vigilaban a los sospechosos, controlaban las administraciones y velaban por el buen funcionamiento del cursus publicus (correos imperiales).
Pero todo lo escrito más arriba son bagatelas, pequeñeces, insignificancias, menudencias. Lo que nos debe preocupar, intranquilizar e inquietar es: ¿Volverán a subirnos los impuestos? ¿A alguien le gusta que le suban los tributos? Pregunto...
Pero todo lo escrito más arriba son bagatelas, pequeñeces, insignificancias, menudencias. Lo que nos debe preocupar, intranquilizar e inquietar es: ¿Volverán a subirnos los impuestos? ¿A alguien le gusta que le suban los tributos? Pregunto...