El último párrafo de la entrada o entrega XXVIII me inspira la
XXIX. Por eso, hoy, vamos a hablar, con calma, de la calma.
La calma es la carencia de viento; sosiego y tranquilidad de
la mar. En la vigente escala anemométrica
de Beaufort, la calma se expresa con la cifra 0 y la equivalencia de la
velocidad del viento a una altura tipo de 10 m por encima de un terreno llano y
descubierto es de 1 nudos, 0-0,2 metros por segundo o 1 kilómetro por hora. Se
caracteriza porque en tierra el humo se eleva verticalmente, y la mar está como
un espejo. Tradicionalmente entre los marinos españoles se acostumbraba a
invocar a san Laurencio, cuando el buque se hallaba envuelto en calma, como
puede verse en el Arte para fabricar naos,
de Tomé Cano (Sevilla 1611): “El señor Tomé nos dirá, que siente o entiende, de
que tan comúnmente pidan los marineros al grande y valerosísimo mártir sant
Laurencio, quando sobreviniéndoles Calma en sus viajes y faltándoles Viento,
llaman e invocan a este sancto con vn
tan estraodinario modo de Oració, o breve invocación, diciendo: O sanct
Laurencio Barbas de oro, dadnos Viento, Viento, Viento, san Laurencio: cosa que
nose de donde procede, pues de ninguna manera nos consta, que este bien
aventurado y fortísimo mártir hubiese navegado, ni exercitado las cosas
marítimas”. La calma chicha o muerta es, por tanto, la falta absoluta de
viento.
En el Atlántico norte existe una región de calmas y
ventolinas variables, entre los límites de los alisios del NE y del SE; su
anchura es de unas 600 millas, algo mayor al norte del ecuador por donde se
halla su posición media; llega a los 15º N en el mes de septiembre. Sin embargo
el nombre, no reina una calma continua en dicha zona, la proporción entre el
ecuador y los 10º N, es del 117 por 1000, dependiendo tanto su extensión como
efectos, de la época el año. Al oeste del meridiano de 28º, los alisios del NE
y SE se unen a menudo y por ello puede pasarse de uno a otro sin notar caída
del viento y hasta en medio de un chubasco. Al este de dicho meridiano ocurre
al revés; el alisio del NE es interceptado por la costa de África y las calmas
aumentan con la proximidad de la tierra. Con la anchura, el fenómeno es
semejante; aumenta al ir hacia el E, excepto de mayo a octubre, época de los
fuertes vientos del suroeste en el golfo de Guinea, que en ocasiones alcanzan
al E del meridiano de 26º en la región norte del ecuador. Aquí, durante junio,
julio y agosto, se presentan fuertes chubascos del suroeste y la aparición
entonces de cúmulos-nimbos con descargas eléctricas, es indicio de contraste o
aumento del viento.
En el Pacífico, la zona de calmas está también en el espacio
entre los alisios del SE y NE y su forma es la de un triángulo con base en la
costa americana y el vértice a una distancia dependiente de las estaciones. La
menor anchura de la zona se halla entre los meridianos de 113 y 163º O, en particular por
los 146º O, donde frecuentemente llega a desaparecer. Al E de los 113º O el
alisio del NE, es detenido por las costas de México y la América Central,
menudeando ya las calmas todo el año, y la anchura de la zona es mayor cuanto más
grande es la proximidad a la costa, aunque de junio a septiembre, a unas 300
millas de tierra, terminan las calmas y hace sentir sus efectos el viento del
suroeste.
En el océano Índico hay calmas en invierno, especialmente en
el mes de enero, en el hemisferio norte.
Esta zona, confundida en parte con la del monzón del NO, tiene los límites
siguientes: al este, la línea que va de cabo Comorín a la punta norte de
Sumatra, y desde esta isla al estrecho de la Sonda; al oeste, la línea que
corre desde cabo Comorín a Zanzíbar y la costa este de África; el límite varía
entre los paralelos de 5 y 10º S, bajando hacia el mediodía de octubre a marzo
con la isóbara de 758 mm y subiendo hacia el norte de abril a septiembre,
cuando las calmas abundan menos y hasta llegan a desaparecer del todo.
En el océano Atlántico comprenden las regiones situadas
sobre el límite polar de los vientos alisios y reciben el nombre del trópico a
que pertenecen; radican entre los paralelos de 28 y 35º y su anchura oscila
entre las 300 y 400 millas, aunque en realidad no forman dos fajas abarcando el
globo, sino que son espacios aislados en los cinco mares de sargazos donde hay
calmas y ventolinas variables. En el Atlántico, las calmas de Cáncer se
presentan al oeste de las islas Azores y Madeira; en cambio, al E del meridiano
de 18º O, es decir, desde Finisterre a las islas Canarias, hay vientos del NO
al NE, y en las últimas se unen a los
alisios del NE sin notarse apenas las calmas; en la parte occidental el mismo
mar y dentro de los límites de 28 y 35º, navegando de S a N se encuentran
vientos que giran sucesivamente del NE al SO por el S, también sin intervalos
sensibles de calmas. Las calmas de Capricornio como las de Cáncer se hallan
igualmente en la parte central y comprenden una gran zona en latitud; se notan
al separarse de la costa americana, fuera ya de la acción de los vientos
generales de las costas de Brasil y del Plata; al acercarse a la costa de África
cesan las calmas y experimentan vientos entre el SO y SE, uniéndose a los alisios
del SE sin transición de calmas. En el océano Pacífico, la zona de calmas
ofrece mayor regularidad que en el Atlántico, pero como su origen es semejante,
también presenta análogas interrupciones, siendo las más notables, en las
calmas de Cáncer, California y la costa norte de los Estados Unidos y en las
calmas de Capricornio, las costas chilenas.
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