Sí, decíamos ayer: La batalla de Lepanto, el gran choque
entre Oriente y Occidente, la dejamos para otra ocasión. Pues, ya llegó la
ocasión.
El 7 de octubre de 1571 fue la gran batalla. El gran combate
naval que tuvo lugar en el golfo homónimo, cerca de Lepanto (actualmente
Naupacta), entre la flota turca, al mando de Ali Bajá, y las escuadras veneciana,
pontificia y española coligadas en la Santa liga, bajo el mando conjunto de
Juan de Austria. El enfrentamiento, que concluyó con la victoria de la liga, detuvo
momentáneamente la expansión turca.
Se designó a Bazán para el mando de la cuarta escuadra o de
socorro, compuesta de treinta galeras. Para los ojos del profano parecerá que
esta función de constituir la reserva es menos gallarda que la de formar la
vanguardia o el cuerpo de batalla, como entonces se llamaba al grueso. Pero
téngase en cuenta que la reserva precisamente es con la que el mando maniobra y
reacciona una vez tiene todas sus fuerzas empeñadas en acción y que en aquellos
tiempos, de tan difíciles comunicaciones, dicha reserva debía estar a cargo,
precisamente, de alguien en quien el generalísimo tuviese absoluta confianza,
ya que no podía tener la seguridad de que en un momento dado pudiesen llegar
sus órdenes a su comandante, debiendo por lo tanto actuar éste en la forma más
conveniente. Lo dice Don Juan en la relación oficial de los hechos: “El marqués
(Bazán), a cuyo cargo quedaba la retaguardia y socorro por la importancia que
era a todos, y de quien fiaba el peso de aquella jornada que esperaba con mucho
advertimiento, en cual parte de la batalla prevalecía la armada cristiana y
dónde convenía , no dilatando el socorro, acudir con toda presteza en favor de
los suyos y con cuántas galeras. Y porque en semejante caso era imposible dar
instrucción determinada y orden expresa de lo que había de poner en obra, pues para
la resolución se había de acordar y efectuar según la necesidad y ocasión
preferente, remití el orden a la prudencia y dirección del dicho marqués, que
sabría bien conocer si el enemigo tendría galeras de socorro y cuántas
serían... “
En el transcurso del combate acudió primero Bazán a reforzar
el ala izquierda, donde los venecianos estaban en situación muy comprometida.
Después acudió a reforzar el centro, pudiendo meter doscientos soldados, de
refuerzo, en la galera Real, que
estaba aferrada (véase entrada o entrega V) con la capitana de los turcos y
convertida a la sazón en campo de batalla flotante. Llegó Bazán a tiempo para represar (recobrar la embarcación
que había sido apresada) a la capitana de Malta que ya se llevaba a remolque, y
a la de Juan de Cardona a la que acosaban ocho enemigas; “allí donde la balanza
se inclinaba a favor del estandarte de Mahoma, allí aparecía el marqués y con
el peso de su espada lo hacía bajar hasta el abismo”.
En 1573 fue también Bazán el auxiliar más eficaz de Juan de Austria en
la expedición a Túnez, base principal de
los piratas y corsarios africanos, que se llevó a cabo con 207 barcos y 21000
hombres de desembarco. Las naves quedaron fondeadas al amparo del puerto de La
Goleta, que mantenía por parte de España una guarnición mandada por Pedro
Portacarrero. Don Juan desembarcó con las tropas, estableciendo el campo en el
cercano lugar de Diana; por su orden, Bazán salió de allí y se dirigió con 3000
soldados contra Túnez, en fulminante avance, tan resuelto que los de la plaza,
no bien apareció, la abandonaron, dejando abundante botín. El rey le dio por
ello directamente las gracias: “A vos os agradezco el cuidado y diligencia con
que habéis asistido a mi hermano en lo que os ha recomendado”.
En el año siguiente, con ocasión de estar amenazada Túnez
por los turcos y no haber fondos para movilizar los barcos con que acudir a
defenderlos, tuvo Bazán el generoso gesto de dar todos sus fondos disponibles,
80000 ducados la espera, cerca de los lugares amenazados del sur de Italia.
Llevó a Malta 3000 infantes, artillería y víveres. Al regreso de aquella isla
recibió orden de cruzar ante las costas de Sicilia, Calabria y Berbería y
limpiar de corsarios sus aguas, así como destruir en Bizerta un fuerte que
construían los moros. Al renunciar los turcos a su ataque, Bazán pudo disponer
de sus fuerzas para desembarcar, cerca de Trípoli, en la isla de Kerkenah, otro
de los nidos de los piratas africanos. Llegó el marqués con 40 galeras propias
y cinco más que recogió de las de Malta, y desembarcó 5000 infantes y50
caballos.
A fines de 1576 fue nombrado capitán general de las galeras
de España. Hasta 1578 no pudo tomar posesión de su nuevo mando, llegando
primero a Barcelona y luego a Cartagena, donde organizó las naves y su
apostadero. Con sus nuevas fuerzas llevó a cabo los socorros a Orán, al Peñón
de Vélez y a Melilla. Después de la derrota de Alcazarquivir, donde pereció el
rey Sebastián de Portugal, Bazán es encargado de rescatar a los prisioneros
portugueses y socorrer a Ceuta, saliendo para ello de Gibraltar con 30 galeras.
Mientras esto ocurría, acaeció la muerte del anciano
cardenal Enrique de Portugal, quedando Felipe II como heredero de la corona de
este reino, alzándose contra sus derechos Antonio, prior de Ocrato. Empezada la
campaña de Portugal y en apoyo del ejército del duque de Alba, Bazán zarpa de
Cádiz con 56 galeras y 48 naves, y a va Cascaes, donde entra en contacto con Alba.
En enero de 1582 es nombrado capitán general de la armada
para las islas Terceras. Francia e Inglaterra, envidiosas del poder de Felipe II,
protegían al bastardo pretendiente, que en compensación de su ayuda ofrecía a
Francia la isla Madeira, Guinea, Brasil y el derecho al comercio en las islas
Orientales. De Nantes salió una armada francesa con dirección a la isla de San
Miguel de las Azores; la mandaba Philippe Strozzi, hijo del mariscal de Francia
Pierre Strozzi, y llevaba muchos caballeros de la nobleza entre ellos el conde
Beaumont, general de las fuerzas de desembarco. El rey dio orden a Bazán de
salir prontamente sin esperar las fuerzas de Andalucía, por lo que el marqués
salió de Lisboa (julio de 1582) con sólo 28 naves y 5 pataches, comprendidas en
ellas las 14 naves que de Guipúzcoa había traído el general Miguel de Oquendo.
En el encuentro, la escuadra francesa fue destruida. Bazán fue recibido en
Lisboa con grandes honores y se le honró con la encomienda mayor de León y la
Cruz de Santiago. En fecha de 26.7.1583, aniversario de la victoria naval de la
isla de San Miguel, tuvo lugar el ataque a la isla Tercera, que seguía
partidaria de Antonio de Ocrato y a la que los franceses habían mandado una
escuadra. Después de sangrientos combates, Bazán ocupa Angra, San Jorge Fayal
del Pico y las islas Graciosa y del Cuervo. A su vuelta a la Península recibió
el marqués, escrito por el mismo rey, el testimonio de agradecimiento, y cuando
se presentó en la corte le mandó cubrirse como grande de España, siendo
nombrado además capitán general del Mar Océano y de la Gente de Guerra del
reino de Portugal.
La próxima entrada o entrega será la última sobre don Álvaro
de Bazán.
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