Vamos a reanudar lo de la jarcia. Dispuestas paralelamente
las fibras vegetales en la operación de elaborar la jarcia, unas a continuación
de otras y con sus extremidades intercaladas, al torcerlas o colcharlas de derecha a izquierda se
obtienen las filásticas . La
resistencia a la ruptura de una filástica de cáñamo acostumbra a ser de 45 kg.
El colchado del cabo aumenta su elasticidad y resistencia a los esfuerzos de tensión
por los esfuerzos de las fibras, lo menos en un tercio. Varias filásticas
colchadas de derecha a izquierda, o sea, al revés del torcido de las mismas,
constituye un cordón. Los cordones de
una beta, guindaleza o calabrote deben tener el mismo número de filásticas, y éstas,
a su vez, igual peso, torcido y calidad.
El calabrote consta
de nueve cordones colchados de tres en tres en guindaleza, y éstas lo están a
su vez al revés o a la izquierda. La mena de los calabrotes se encuentra
comprendida entre 70 y 337 mm, y a los de mayor grosor, empleados antes en el
fondeo de las anclas, se les denominaba cables.
También hay una clase de calabrotes de doce cordones , cuatro guindalezas y
alma de cáñamo, pero que hoy apenas si se ven. A igualdad de mena, los calabrotes
presentan cordones más delgados y por ello la diferencia de torsión entre los
hilos centrales y los de la circunferencia es menor, resultando así más
uniformes en resistencia y con la ventaja de que si se rompe un cordón no se
debilita tanto como una guindaleza. El mayor trenzado del calabrote supone una
dificultad a la penetración del agua y de ahí de que sean más duraderos. A
fuerzas iguales, la relación entre el grueso de las guindalezas y calabrotes es
de 8 a 10, y el alargamiento, inferior en las primeras.
La jarcia colchada al revés, del modo antes dicho, toma el
nombre de jarcia de guillotina, y
como los cabos elaborados así resultan muy broncos, casi no se emplea.
Para impedir la penetración de la humedad en el interior de
los cabos y preservarlos de la destrucción por agentes atmosféricos, se alquitranan, lo cual puede hacerse
cuando ya están colchados o antes; el último procedimiento de alquitranar cada
filástica por separado, permite una mayor penetración del alquitrán y por tal
motivo es el corrientemente utilizado. El alquitrán mejor es el de Suecia, dado
en caliente a temperaturas de unos 75º y en cantidades del 13 o 14%; en la
operación se tuercen las filásticas en el sentido de las fibras para
impregnarlas bien y luego se prensan para quitarles el exceso de alquitrán, que
es perjudicial por disminuir la resistencia del cabo al atacar la fibra. A
cambio de la ventaja señalada antes, el alquitranado siempre hace perder a los
cabos resistencia y flexibilidad; por esta razón solo se alquitrana la jarcia
que deba estar a la intemperie y no precise ser flexible.
La impermeabilización de los cabos, cuando es necesaria, se
hace con caucho o gutapercha líquida, o por inmersiones en mezclas de aceite de
linaza, sebo, resina y bióxido de manganeso.
Alguien me ha dicho que estoy muy puesto en la materia.
Gracias. Muy amable. ¡Pues, claro que estoy puesto!
¿No lo voy a estar? Y es que acuden a mi mente recuerdos, reminiscencias de
otros tiempos, que necesito contar. Han sido muchos años de experiencia y práctica
en buques y mares que no se olvidarán nunca. Jamás. En la vida...
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