Mientras no tenga claro si sigo
escribiendo de velas y vientos voy a escribir algo más de aves marinas. Hoy le
toca al cormorán.
Cormorán es el nombre común que
se aplica a las aves marinas primarias pertenecientes principalmente al género Phalacrocorax y otros similares, de la
familia Phalacrocoracidae, del orden
pelicaniformes, o sea el mismo en que se incluyen los alcatraces y los
pelícanos.
Los cormoranes alcanzan gran
tamaño –el cormorán común (Phalacrocorax
carbo) mide 90 centímetros- y tienen el cuerpo fusiforme; las patas,
implantadas muy atrás y muy cortas, con los pies palmeados; las alas y la cola,
largas; el cuello, muy largo, y el pico, largo y fuerte, con el extremo de la
mandíbula superior marcadamente curvado en su extremidad, lo que da a estas
aves el aspecto de rapaces. Algunas especies poseen una cresta de plumas. Su
colorido general es negro, con reflejos verdes o rojizos en las especies
europeas, pero en las tropicales o australes abundan las que poseen partes
inferiores blancas.
El plumaje de los cormoranes no
se halla impermeabilizado como el de otras aves acuáticas, puesto que carecen
de la glándula uropigiana que segrega el sebo que unta el plumaje de aquéllas.
Por ello, después de varias zambullidas se empapan hasta el extremo de
dificultarles el vuelo; en esta situación, han de secarse, lo que realizan
colocándose en un pilón que sobresalga del agua o en una peña, de frente al
viento, inmóviles y con las alas entreabiertas, ofreciendo en esta actitud una
silueta muy característica, comparable al diseño de las águilas heráldicas.
Los cormoranes se extienden por
todos los mares del globo, excepción hecha del centro del océano Pacífico,
siendo el hemisferio sur donde se hallan representados más géneros. Habitan la
zona costera, los estuarios de los ríos y, ciertas especies, frecuentan los
lagos del interior.
Se alimentan de peces y
crustáceos que capturan zambulléndose y nadando por debajo del agua,
sobresaliendo tanto en esta modalidad de captura de peces, que, como es sabido,
lo aprovechan chinos y japoneses empleando para la pesca cormoranes
convenientemente amaestrados, a los que colocan un anillo metálico y rodeando
el cuello para que no engullan el pescado y lo entreguen a su dueño.
Anidan en los islotes desiertos,
en los acantilados o en los árboles, y su puesta se compone de dos a cuatro
huevos oblongos. Durante la nidificación son gregarios y también en el resto
del año.
En los mares de la península
Ibérica la especie más corriente es el antes mencionado cormorán común,
hallándose también el cormorán moñudo (Phalacrocorax
aristotelis). En el resto del mundo existen numerosísimas especies.
Entre las aves destacan, por sus
inmensas colonias –de millones de ejemplares- y por su importancia económica,
las productoras del guano, que tanto se utiliza como abono para la agricultura;
éstas son los cormoranes guanayes de la costa del Perú y de Chile, así como el
cormorán africano de El Cabo (Phalacrocorax
capensis).
En España los cormoranes reciben
también a menudo el nombre de cuervos marinos que tanto se veían hace ya
bastantes años en el Corveiro de la
playa de Silgar de Sanxenxo de tan gratos recuerdos. (¡Qué tiempos aquéllos!
¡Qué tiempos, Dios mío!). En Hispanoamérica se les aplican en general los
nombres –muy divulgados según las diferentes regiones de que se trate- de pato
yeco, lile, lilo, viguá, biguá, guanay, cormoril, corúa e infinidad más.
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