Baden, 31 de mayo de 1825
He formado el propósito de ir a la ciudad el sábado y volver aquí de nuevo el domingo por la tarde o el lunes por la mañana. Te ruego que procures saber a qué hora puede verse ordinariamente al Dr. Bach y también hacer que te dé las llaves para mi señor hermano el panadero, para ver si la habitación que mi poco fraternal hermano posee es adecuada para pasar la noche, como me propongo, si la ropa de la cama está limpia, etc. Como el jueves es festivo, y tú seguramente no estarás aquí, no te lo pido. Haz estas diligencias y dímelas el sábado cuando yo llegue. No te envío dinero. En caso de necesidad, puedes pedir en casa que te dejen un florín. La moderación es necesaria para los jóvenes y tú no pareces tener mucha, desde que tienes dinero sin mi conocimiento y sin que yo sepa desde dónde te llega. Compórtate. Ir al teatro no te es conveniente a causa de la distracción que supone. Yo así lo creo. Los cinco florines que te ha procurado el Dr. Reissig los pagaré puntualmente, y con eso ya es suficiente. Con lo basto que eres, creo que te convendría dedicarte a la simplicidad y a la verdad, porque mi corazón sufre mucho al ver tu conducta insincera para conmigo. Y esto se hace difícil de olvidar e incluso si yo quisiera soportarlo todo sin murmurar, como un buey uncido, si te portases con los demás de igual manera, nunca te ganarías la estima de la gente. Dios es testigo de que sólo sueño en tí, en mi miserable hermano y en la alegría de no tener más penas con esa familia abominable y decepcionante que me tiene esclavizado. Quiera Dios escuchar mi ruego, porque ya nunca más puedo creer en tí.
Tu padre,
o mejor dicho, aún no tu padre.
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