Sr. Director:
He leído en La Voz que Gaspar Llamazares pedía hace unos días el cese del gobernador del Banco de España desde el 2006, señor Fernández Ordóñez. Nada más leer la noticia y el comentario correspondiente, me vino a las mientes una anécdota sucedida en Sevilla hace aproximadamente cuatro lustros, año arriba, año abajo: El duque de Alba, que por aquel entonces se llamaba Jesús Aguirre, tenía un cargo sin sueldo del ayuntamiento hispalense; en cierta ocasión el consorte de la duquesa puso en duda la plenitud de las facultades culturales del alcalde y éste se enfadó muchísimo con Aguirre y lo castigó despojándolo de su cargo, diciendo a los periodistas que lo “había cesado” por el desacato. A lo que el duque que, al parecer, cortaba un pelo en el aire con el filo de su humor, hubo de rectificarle advirtiendo que lo “había destituido”, porque cesar es verbo intransitivo y no se puede cesar a nadie. Uno puede cesar, es decir, dejar de desempeñar un cargo, pero no puede ser cesado, sino destituido.
Como el bien es difusivo, según postulado escolástico, creo que puede ser útil y provechoso, para algunos, recordar la anécdota, la historieta o el episodio y la gran lección idiomática que el duque de Alba, Jesús Aguirre, propinó al alcalde de Sevilla, hace unos veinte años. Fue como poner una pica en el Flandes del lenguaje municipal...
1 comentario:
El léxico de los políticos no es precisamente un dechado gramatical. Saludos
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